¿Y después del suicidio?
Autor: Edisson Orozco Villa
- octubre 25, 2024
Quizás un punto de partida para reflexionar acerca del suicidio consiste en reconocer que, paradójicamente, este tema tiene más que ver con la vida que con la muerte. Aunque esta afirmación pueda parecer contradictoria, cobra sentido cuando comprendemos que la decisión de terminar con la vida surge en circunstancias que
vivimos los seres humanos. Los estudios sobre suicidio han mostrado que este comportamiento está vinculado con experiencias vitales: los duelos, el desamor, la desesperanza, las dificultades laborales y una serie de situaciones que, si observamos bien, son propias a nuestra existencia. El suicidio sería una acción entrelazada con muchas otras de la vida social, cultural,política y económica.
Podríamos profundizar entodos estos aspectos, pero en estetexto quiero plantear una inquietud respecto a un elemento que suele omitirse en el análisis del fenómeno del suicidio: los supervivientes. Es importante aclarar que los supervivientes del suicidio son las familias, amigos y todas aquellas personas que han compartido la vida con quienes decidieron ponerle fin. Uno de los grandes problemas que se evidencia es que, aunque existe una voluntad tanto pública como privada por prevenir el comportamiento suicida, el interés por los supervivientes es mucho más limitado y se convierte en una temática invisibilizada.
¿Por qué es importante pensar en los supervivientes? En primer lugar, porque se ha señalado que el suicidio de un familiar o amigo puede considerarse un factor de riesgo para el suicidio en otros. Esto no significa que ocurra en todos los casos, pero es un aspecto que debe ser atendido atodos los niveles institucionales posibles.En segundo lugar, la afectación emocional de los supervivientes suele ser intensa y presenta características particulares en comparación con otros tipos de duelos. Esto se debe a que la muerte por suicidio suele estar acompañada de inquietudes, dudas y sentimientos de culpabilidad. En tercer lugar, es importante reconocer que una experiencia de suicidio también puede generar un efecto de estigmatización social en las familias de quienes han tomado esta decisión. En algunos casos, los reproches y la culpabilización hacia las familias no solo limitan las posibilidades de apoyo, sino que también desencadenan una serie de problemas emocionales dentro del núcleo familiar.
El cuidado de la salud mental de los supervivientes debería ser un tema central en la formulación de políticas e intervenciones en salud relacionadas con el suicidio. Asumir que el suicidio es un fenómeno vinculado a la vida y que forma parte de un proceso más amplio podría ser útil para entender que la muerte por suicidio no es el fin, sino el inicio de un proceso más extenso que nos involucra a todos, desde el transeúnte más humilde hasta nuestras figuras públicas.
*Docente Universidad Católica de Pereira