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¿Virtual o presencial?

Autor: Eduardo Salazar Hoyos

La historia de la comunicación humana es un viaje fascinante de creatividad e innovación. Cualquiera pensaría que en la “carrera” de la comunicación, la virtualidad le está ganando la batalla a la presencialidad, pero creo que no es así.

Desde tiempos ancestrales, las civilizaciones buscaron formas de conectarse a pesar de la distancia. Un ejemplo fueron las señales de humo, utilizadas por culturas como los pueblos indígenas de América y las civilizaciones de África. Estas señales servían para transmitir alertas o mensajes sencillos en situaciones de peligro o para convocar reuniones. Sin embargo, su dependencia del clima y la limitación de mensajes cortos incentivaron nuevas soluciones. Al final, las civilizaciones nunca dejaron de verse, así fuera para pelear.

Con el tiempo, aparecieron sistemas más complejos, como los tambores y las palomas mensajeras, y en las sociedades avanzadas surgieron la escritura y los correos organizados. En la Edad Media, las cartas y los mensajeros empezaron a conectar ciudades y reinos, pero aún el proceso era lento. La verdadera revolución
llegó con el telégrafo en el siglo XIX, permitiendo por primera vez enviar mensajes casi instantáneos a largas distancias. Muy a pesar, las sociedades nunca dejaron de verse, así fuera para socializar.

El siglo XX trajo consigo el teléfono y la radio, lo que transformó las dinámicas sociales. La gente podía conversar en tiempo real, sin verse, mientras la radio conectaba naciones enteras con noticias y entretenimiento. La invención del internet en los años 60 y su popularización en los 90 marcaron un punto de inflexión: la comunicación se volvió global e inmediata. Finalmente, la llegada de los teléfonos móviles e internet inalámbrico consolidó una era donde cada persona tiene acceso a información y comunicación instantánea, en cualquier momento y lugar.

Hoy, el viaje desde las señales de humo hasta la conectividad global es un testimonio del ingenio humano en la búsqueda de estar siempre comunicados. Al final, nunca nos separamos, al contrario, visto desde otra óptica es posible que estemos más unidos.

No nos asustemos. La humanidad siempre se las ha arreglado para verse, encontrarse, muy a pesar de los avances tecnológicos. Así que no nos desanimemos. La próxima vez que lo inviten a una reunión de esas que pueden ser «virtual o presencial”, diga que usted prefiere presencial, al final volveremos a la esencia de lo que somos: Seres sociales y sociables. Seguro llegarán las reuniones de hologramas en medio de realidad aumentada, asistida por interfaces cerebro – computadora con autonomía aumentada y tecnología cuántica, apoyada en la inteligencia artificial (la cual me ayudo en la redacción de este escrito), pero seguiremos tratando de vernos, como cuando llovía y no se podían enviar señales de humo.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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