Un grito que no para: ¡cristo ha resucitado!

Autor: Julián Loaiza Henao

Se ha propuesto eliminar la segunda estrofa del Himno Nacional de Colombia, aquella que menciona “del que murió en la cruz”. Esa frase, lejos de ser solo un verso antiguo, encierra el núcleo de una fe que ha acompañado a generaciones: Cristo, el crucificado que abrió un camino de liberación y vida. Hoy, esa verdad molesta y su eco sigue siendo escándalo en nuestra sociedad.

Vivimos tiempos en los que cualquier manifestación de fe parece amenazar ciertos discursos. Se busca silenciar la esperanza que brota de la cruz, como si hablar de Jesús resucitado fuera retroceder. Pero la Pascua no es nostalgia ni tradición vacía. Es un grito de vida que atraviesa los siglos: ¡Cristo está vivo!

Este tiempo litúrgico que nos preparamos a vivir no es una simple conmemoración, sino una oportunidad para experimentar la fuerza transformadora de ese anuncio. Miles de peregrinos se disponen a mirar de nuevo al Crucificado. Lo harán por turismo, por tradición o por convicción. Pero lo que importa es dejarse tocar por el mensaje que brota del calvario: que no hay sufrimiento que no pueda ser redimido, que no hay muerte que no pueda ser vencida, que no hay historia que no pueda ser iluminada por la esperanza.

En un país herido por la polarización, las crisis sociales, la incertidumbre económica y la fragilidad institucional, necesitamos más que nunca detenernos frente a la cruz, allí, en el dolor del Justo, nació la vida nueva.

La carta a los Efesios nos recuerda: “Porque Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba; y los reconcilió con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.” (Efesios 2,14-16). Qué actual suena esa frase. El odio y el orgullo, cuando se apoderan del lenguaje político, familiar o personal, solo siembran división. Pero la Pascua es el paso del odio al perdón, del rencor a la reconciliación.

Este Año Jubilar es una ocasión para hacer Pascua de verdad: pasar del miedo a la confianza, del egoísmo a la entrega, del juicio al abrazo. Preparémonos para vivir estos días santos en oración a Dios por nuestro país, por nuestras familias y por nuestros jóvenes para que tengan el discernimiento claro en su proyecto de vida. Porque si Él ha resucitado, todo puede cambiar. Y ese grito, lejos de apagarse, sigue resonando con fuerza: “¡No teman, yo he vencido al mundo!” .

Coordinador de la Pastoral Universitaria de La Católica de Pereira

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