¡Un Buen Cristiano es un Buen Ciudadano!
Autor: Ángela Patricia Cadavid Vélez
- marzo 21, 2025
En un mundo donde la violencia persiste, las desigualdades socioeconómicas se acentúan y la polarización política fractura el tejido social, la afirmación de que «un buen cristiano es un buen ciudadano» resuena con urgencia. Esta premisa, lejos de ser una simple declaración de intenciones piadosas, nos confronta con un desafío: vivir coherentemente nuestra fe y asumir un compromiso con la construcción de una sociedad más justa y pacífica para todos.
La violencia parece haberse normalizado. América Latina se destaca como una de las regiones más violentas del planeta. A nivel global, los conflictos armados han forzado el desplazamiento de personas, sumiéndolas en la miseria, exclusión y desesperanza.
¿Cómo debemos responder los cristianos ante este llamado a ser agentes de cambio y constructores de paz? ¿De qué manera podemos concretar nuestra fe cristiana en acciones tangibles que contribuyan a transformar esta realidad? El cristianismo enseña que el amor al prójimo no es solo un ideal espiritual distante, sino una responsabilidad concreta que exige compromiso. Ser un buen cristiano implica actuar con justicia, solidaridad y compasión, extendiendo una mano amiga a los marginados y alzando nuestra voz en defensa de los vulnerables. Esto se traduce en abogar por políticas públicas que promuevan el bien común, erradicar las causas estructurales de la violencia y fomentar el diálogo en lugar del enfrentamiento.
Ser un buen ciudadano trasciende el mero cumplimiento de las normas; implica participar en la vida cívica y política para transformar nuestro entorno. Los cristianos estamos llamados a ser agentes de cambio, capaces de construir puentes donde otros levantan muros y promover una cultura de paz en medio de un mundo fracturado por la intolerancia. La verdadera fe no debe permanecer encerrada entre los muros de los templos o circunscrita a prácticas individuales. Debe manifestarse en acciones concretas que reflejen los valores del Evangelio: justicia, misericordia y amor incondicional. En tiempos difíciles, ser un buen cristiano significa comprometerse con la promoción de la paz desde el hogar hasta las instituciones.
Al final del día, nuestra fe se mide no tanto por nuestras creencias, sino por el impacto que generamos. La invitación queda abierta para reflexionar sobre nuestro papel como creyentes y ciudadanos en la tarea de construir una sociedad más humana y solidaria. Un buen cristiano no puede ser indiferente. La paz comienza dentro de cada uno de nosotros y se irradia hacia todo lo que hacemos en beneficio de nuestros semejantes, construyendo un mundo donde florezca la justicia y la paz para todos.
¿Cómo vives tu fe cristiana en este mundo necesitado de esperanza? ¿Qué acciones realizas para ser promotor de paz?
*Docente Universidad Católica de Pereira