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Un año más que acaba…

Autor: Pbro. Escinjahuer Pedroza Robledo.

Al final del año es altamente recomendable reflexionar sobre sí mismos, sobre el entorno y sobre los otros. Este proceso es llamado “ser conscientes”. Así que se tratará de volver a la consciencia de la pregunta sobre la propia existencia y su sentido.

Ahora bien, la cuestión es que estamos inmersos en una paradoja existencial: tenemos poca consciencia de la necesidad de ser conscientes como hecho fundamental del desarrollo. Parece que la consciencia ha sido reemplazada por lo práctico, lo útil, lo cómodo, el hacer, aunque tampoco nos preguntamos para qué hacemos lo que hacemos o qué sentido tiene lo que hacemos. Es aquí donde cobra profunda relevancia la educación, que tiene la imperiosa tarea de ayudar al hombre a preguntarse, a reflexionar, para que pueda desarrollarse de una
forma integral. La educación debe nuevamente llevarnos a la pregunta esencial: ¿Quién soy?

Recuerdo que en el libro “Alicia en el país de las maravillas”, Alicia se hace este cuestionamiento: “¿Era yo la misma cuando me levanté esta mañana? Creo recordar que me he sentido algo distinta. Pero si no soy la misma, la siguiente pregunta es: ¿quién soy?”

Preguntarse quién soy, en otras palabras tomar consciencia, es la cuestión más auténticamente humana que podamos concebir, pues somos los únicos seres vivos que podemos cuestionarnos.

La cuestión es que vivimos en el afuera y a la vez buscamos dentro, en una especie de consciencia sin consciencia, pues ni afuera ni dentro hay un verdadero cuestionamiento.

Terrible realidad para el hombre de hoy: vive en un estado de esquizofrenia existencial, un hombre que vive en dos mundos, desconectados entre sí, y al final inmerso en el sin sentido y el vacío de una cultura industrializada que lo ha masificado y despersonalizado.

Será importante, al final del año, hacer una resignificación de la consciencia y su papel como iluminadora del hombre en el mundo. Una consciencia que al preguntarse, no se encierra en sí misma sino que se abre a la existencia del otro y la interdependencia que existe en la realidad.

La reflexión nos pondrá frente a nosotros mismos como sujetos personales, en relación, en primer lugar con otros no con las cosas, y abiertos a la trascendencia. Y entonces nos daremos cuenta que somos una unidad, que simplemente hacer cosas sin saber para qué, es una forma de esclavitud y mecanización de la propia vida, y que es fundamental volver sobre nosotros, sobre nuestro fin último, sobre nuestra presencia en el mundo, sobre la luz de la conciencia.

¡Feliz fin de año, bienaventuranza para el nuevo año que llega!

*Docente Universidad Católica de Pereira

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