TUYO ES EL TIEMPO, ¡OH CRISTO!
Autor: Padre Diego Arcila Vélez
- diciembre 29, 2016
Pocas horas nos separan para terminar este año que Dios en su infinita bondad nos ha regalado, seguramente con muchas experiencias, unas muy satisfactorias otras no tanto, pero cualquiera que haya sido nuestra vivencia personal, familiar y social, debemos levantar nuestras manos al creador de todo y darle muchas gracias.
Entre hoy y mañana son muchos los planes. El año viejo dedicado a los acontecimientos pasados, que la maleta para salir dándole una vuelta a la manzana y tener muchos viajes, que las uvas para que todo sea dulce en el próximo año, que la ropa íntima de color amarillo –realmente no sé para qué – para que estemos bien vestidos, que las lentejas, las arvejas, la champaña, entre otras cosas.
Un año más es un regalo de Dios, pues suyo es el tiempo y la eternidad. Él es el principio y el fin del universo, a Él deberíamos dedicarle especialmente con una oración en familia todos nuestros propósitos y deseos para el próximo año, sin Él no hay presente, ni futuro, con su guía y mano poderosa todo lo podremos lograr.
Terminar un año y comenzar otro es cumplir y anhelar deseos y buenos propósitos. Por eso, entre hoy y mañana y el primer día del 2017 todo debería ser paz y armonía, deberíamos contemplar y gozar en el espíritu de lo que somos y tenemos, de la profunda riqueza humana y de amor que todos estamos llamados a regalar, del abrazo fraterno y sincero del perdón y la reconciliación, desearle bien a los míos, a mis vecinos y amigos y ojalá –¿por qué no?- a los que se han hecho particularmente difíciles o con los que tengamos grandes o pequeñas diferencias.
La nostalgia de terminar un año y la alegría de comenzar otro con todas sus expectativas, nos deben llevar a ser más mesurados en el licor, en los excesos de comida, en el afán de una sociedad de consumo que nos deja casi “quebrados” y con muchas deudas, en las riñas y peleas que deberían desaparecer, en los accidentes de tránsito –no revolver licor con gasolina-, en decirle no rotundamente a la pólvora y sus derivados, sin niños quemados y sin familias tristes.
Que todo sea júbilo, la alegría que proviene de Dios, quien nos enseña y nos perdona porque nos ama, la felicidad del hogar, la de los hijos, la de los amigos, la de la vida. ¡Felicidades y bendecido 2017!
*Rector Universidad Católica de Pereira