Tecnofobia: algunas ideas para controlarla
Autor: Carlos Andrés Quintero Diaztagle
- junio 23, 2023
Cuando hablamos de tecnología, es posible que pensemos en algún tipo de artefacto que funciona con electricidad; sin embargo, resulta más preciso entender esta palabra como el estudio de las maneras más efectivas para llegar a un objetivo.
Un objeto tan cotidiano como una cuchara en algún momento de la historia fue una novedad tecnológica, pues fue el fruto de pensar en la forma más cómoda y eficiente de llevar alimentos a la boca sin que las manos tengan contacto con ellos.
Son cada vez más frecuentes las publicaciones en redes sociales, por lo general en un tono apocalíptico, sobre los riesgos de los desarrollos tecnológicos actuales en inteligencia artificial (IA) como Chat GPT, que se han convertido en el terror de muchos profesores, pues ponen en cuestión un concepto tan valorado por todos
como el de la autoría.
El miedo a la tecnología no es nuevo y nos acompaña desde el día en que algún brujo de la prehistoria controló a su voluntad el fuego y lo hizo antorcha. En un artículo del diario La Vanguardia de España, Javier Martín García cuenta como en tiempos de Platón se discutía si la escritura pondría en riesgo la memoria; como la imprenta modificó el monopolio del conocimiento en la edad media; o como el cine se suponía que destruiría el teatro.
Este temor es el resultado de la peculiar relación que tenemos con los avances tecnológicos, los cuales nos producen admiración al sobrepasar nuestras expectativas sobre el ingenio humano; pero al mismo tiempo crean un clima de incertidumbre ante las alteraciones que pueden traer en las dinámicas sociales, culturales, económicas y políticas.
Si bien no pretendo afirmar que las IA no causarán que algunos trabajos se modifiquen o desaparezcan, sí intento poner en discusión la necesidad de abandonar el discurso de quienes piden que la tecnología no avance, y reemplazarlo por la necesidad de retomar cuestiones éticas básicas que nos permitan como sociedad encontrarle los mejores usos posibles para reducir el sufrimiento humano.
Tal vez este tiempo de distopias sea el resultado de no tener herramientas claras sobre cómo imaginarnos un futuro en positivo. Sin embargo, quisiera proponer algunas escenas cotidianas para idear usos benéficos de una inteligencia artificial:
Un trabajador que invierte dos horas menos redactando correos electrónicos; una persona que le pide a Chat GPT recetas nuevas con ingredientes que tiene en su cocina; un estudiante de un colegio que le pide a esta misma IA un resumen sobre las principales ideas de Platón, o un profesor universitario que le pide a una
inteligencia artificial que escriba una columna de opinión sobre tecnología de 438 palabras.
Docente Universidad Católica de Pereira