¿QUIÉN ADMINISTRARÁ LOS BIENES DE LAS FARC?
Autor: Universidad Católica de Pereira
- julio 21, 2016
Los sistemas revolucionarios nacieron en América Latina inspirados en la idea Marxista del bien común, dada la mala relación que existía entre el patrón y el obrero, o en los sistemas injustos de las horas extras que laboraban sin retribución, y ante todo como respuesta a la administración perversa de unos gobiernos democráticos que se hacían cada vez más corruptos y con muchas desigualdades notorias entre pobres y ricos.
Quizás con este ideal surgieron en nuestros pueblos y veredas movimientos como el ELN, apoyado por Camilo Torres, el EPL en donde participó “el cura Pérez”, y por supuesto las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), fundado en un pueblo muy bello del Quindío por el llamado alias “Tirofijo” o Manuel Marulanda, grupo con el que hoy se llevan a cabo las negociaciones de paz.
Lo que comenzó siendo un reflejo de esa “justicia social” por la cual abogaban, se vio alterada cuando se tuvieron que armar para combatir las fuerzas legales del Estado, desplazándose a zonas muy alejadas donde no llegó ni ha llegado aún el gobierno; allí montaron su emporio de justicia propia, de finanzas particulares y de un sinnúmero de
acontecimientos que se convirtieron poco a poco en caldo de cultivo de un “modus operandi” que todos despreciamos y reprochamos con dolor.
A los secuestros, desplazamientos, cuotas a los campesinos, chantajes a familias, grupos étnicos, reclutamiento de niños, violación de mujeres, abortos despiadados, se les une la necesidad de sostener un aparato militar paralelo al del Estado, por lo cual tienen que recurrir al narcotráfico, su siembra, producción y distribución con todo lo que este “maldito negocio” representa en violencia y muertes letales, dejando por su paso viudas, madres y
padres tristes y sumidos en la angustia, hijos huérfanos, y un tejido social profundamente descompuesto.
La FARC construyó sin duda un emporio económico muy fuerte pero ilegal, muy amplio pero destructivo, con muchas hectáreas de tierras arrebatadas a la fuerza a los pobres campesinos, acciones en el exterior, edificios en las grandes ciudades, carros de alta gama (recuerdan la camioneta en que la que transportaba Tirofijo o se desplazaba el Mono Jojoy), casas de campo, joyas, caletas y lingotes, entre otros.
La pregunta que nos hacemos hoy es ¿Quién administrará este emporio económico adquirido a punta de muerte después de la firma de la paz? El Estado no creo, una ONG, no sé; lo único real es que nada, nada volverá a ser igual después de tanto crimen y zozobra.