LAS VÍAS DE HECHO EN EL BARRIO 20 DE JULIO

La tolerancia es una virtud o mejor un valor que se hace muy difícil mantener, especialmente cuando se trata de tener que ver al otro en igualdad de oportunidades y como sujetos de derechos y de deberes.

Tolerar significa mirar a los demás en sus diferencias, aceptarlo tal como es, apoyarlo en su promoción como ser humano y ayudarle en la medida de sus posibilidades a que rectifique sus errores y pueda salir de sus dificultades, pues no sabemos en qué momento podamos estar en las mismas circunstancias.

Reorganizar a unos habitantes de la calle en una casa del barrio 20 de julio de nuestra Ciudad ha significado todo un calvario tanto para la Administración Municipal como para los habitantes del sector, pues ellos se resisten a la presencia de los indigentes como vecinos, llegando a usar medidas de hecho que terminaron en destrozos altamente significativos en las locaciones previstas para atenderlos, lo que causó en muchos de los
que oíamos la noticia, la sensación de que somos sumamente violentos y que queremos hacernos valer por nuestras propias leyes.

Es cierto que nadie quiere que se perturbe su tranquilidad y que todos deseamos cuidar al máximo y proteger no sólo los bienes materiales, sino ante todo la integridad física y moral de los niños y los jóvenes que allí habitan.

Pero también es necesario agotar todas las medidas con los distintos entes encargados para dirimir el problema, no se puede ir de manera desesperada y poco decorosa a destruir físicamente un inmueble pensando que de esa forma la amenaza desaparece.

Hace un mes fue una casa material, mañana puede ser la vida de estos seres que aunque difíciles y “chocantes” para la sociedad, también tienen una historia de vida, unos sentimientos, unas necesidades, una oportunidad -que quizás nunca van a tener- de que el Estado los atienda y les ayude en sus necesidades básicas de techo, comida, salud y un lugar a donde llegar.

El problema es más profundo, no nos toleramos, nos han estratificado y nadie quiere estar con nadie que no le agrade, que no le aporte, que no sea de los suyos. Lo ocurrido en el bello barrio del 20 de julio de Pereira es la historia de todos, que en una u otra medida despreciamos, señalamos, herimos. ¡Cambiemos nuestro corazón!