OREMOS POR LA PAZ
Autor: Padre Diego Augusto Arcila Vélez
- septiembre 29, 2016
Una de las actitudes más importantes ante los momentos decisivos que estamos viviendo es la capacidad de interiorización que debemos tener todos, sin ella es imposible mirar más allá y vislumbrar horizontes propicios en la construcción del alma, de lo más íntimo. No sólo se trata de lo externo, de lo que medimos o vemos, de lo que simplemente tocamos u oímos; es el corazón el que tenemos que balancear para que de manera sosegada y certera emprendamos la vida desde nuestras actitudes y maneras de ser, con mayor responsabilidad y seriedad en todo lo que realizamos.
El cristianismo y más concretamente Jesús nuestro Señor nos enseñó que las mejores decisiones se toman en la intimidad del alma, retirándonos para contemplar en el silencio – que es donde habla Dios- todo aquello que podemos hacer y experimentar. A esto, Jesús lo llamó la oración, que no es más que hablar con el Padre Dios y entablar un diálogo sincero con quien nos ama y quiere lo mejor para nosotros.
Ante la opción que tenemos que tomar el próximo domingo en las urnas, los invito a que elevemos esta plegaria construida por los obispos de Colombia, con mucha fe y esperanza: “Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo este don, lo siembras en nuestros corazones por medio de la conversión y la reconciliación.
Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos de la paz, para construirla con pasión, paciencia y tesón.
Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos, acojamos y te sigamos mejor para que así germinen palabras y gestos de perdón, escucha, diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en protagonistas de un futuro de paz.
Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social, política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien común.
Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y otórgales valentía para ofrecer el perdón.
Que María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del amor. Amén.
*Rector Universidad Católica de Pereira