Narrativa, una estrategia para humanizar y emocionar el aprendizaje
Autor: Daniel Ospina Ospina
- diciembre 11, 2020
Al reflexionar sobre las prácticas o estrategias, que desde el lenguaje y la comunicación del conocimiento se amalgamen con el ser humano y su realidad, aparece una apuesta que, desde Jerome Bruner, se propone como relatos o narrativas, discursos que se derivan de una habilidad que desarrollamos desde pequeños y nos permiten contar historias.
Los cuentos, las fábulas, las crónicas son ejemplos de este género que acompaña el aprendizaje lector y escritural de jóvenes y niños del mundo entero. Historias que se crean y no se encuentran simplemente en ese orbe habitado por los seres humanos. Dichas narraciones se transmiten de persona a persona y toda su fuerza y credibilidad
devienen de las circunstancias en que son contadas.
Las narrativas, como estrategia de enseñanza-aprendizaje, proporcionan un medio para construir el mundo y dar sentido a los acontecimientos que en éste ocurren (contexto); además, revelan los aciertos y desaciertos de los personajes que hay detrás de la producción de los conocimientos que se presentan, y también, señalan la
existencia de una persona que piensa y que argumenta lo que piensa (componente humano). Todo ello, propiciado por las narrativas, es más que la simple aparición de un saber emitido. Lo anterior, unido a la naturalidad del ser humano para construir y escuchar relatos, puede convertirse en un primer paso hacia la motivación por aprender (emoción).
Para potenciar las bondades que puede conllevar el reingreso de las narrativas al aula de clase, en todas las edades, más allá de una disciplina determinada, es indispensable el convencimiento del docente, ampliar su espectro de enseñanza más allá del texto expositivo, contextualizar lo que se enseña, plasmar su pensamiento
más allá de una replica de los textos, humanizar el conocimiento recreando la historia y los aciertos y desaciertos alrededor del mismo, finalmente no se enseña el mundo sino lo que una persona piensa del mundo. Solo si se desaprenden las estrategias rutinarias de enseñanza, podrán las narrativas tener un espacio en el aula en el que
emerjan emociones y se motive al aprendizaje profundo.
Kieran Egan destaca a las narrativas por su posibilidad de integrar lo cognitivo y lo afectivo atribuyéndole sentido, factores que le brindan importancia educativa. Reconoce la narrativa como lenguaje hilado, no una simple lista extensa con partes, en la narrativa hay simetría estructural; adopta la forma de un ritmo que surge de las pautas implícitas en la vida y los actos de los seres humanos. Puede ser la narrativa quien le devuelva a los contenidos del currículo, y a otros aspectos de la enseñanza y el aprendizaje, las emociones humanas.
*Docente Universidad Católica de Pereira