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Los valores en vísperas de culminar el 2020.

Autor: Gustavo Adolfo Peña Marín

Advertía Noam Chomsky en sus últimas reflexiones sobre los peligros del cambio climático y del armamentismo nuclear que amenaza de nuevo la existencia de la especie humana, pero nadie advirtió del pequeño enemigo invisible que nos obligó a hablar de “protocolos de bioseguridad”, “cuarentena” y “aislamiento”, mientras algunos ciudadanos practican una desobediencia civil más personal que colectiva.

Los retos inesperados que la humanidad ha enfrentado en 2020 sin preparación alguna, generaron la necesidad de replantear los principios y valores que convocan a una existencia con mayor sentido, humildad ante los riesgos de la naturaleza y confrontando el egoísmo rampante que la globalización ha fomentado para mantener el status-quo que obliga a las mayorías a mantener la máquina del capital funcionando.

En medio de la pandemia, las oportunidades reales que ofrecieron los gobiernos durante la cuarentena se quedaron cortas, al prometer durante las primeras semanas de encierro cierta seguridad alimentaria y los servicios básicos necesarios para una supervivencia digna de la población; no obstante, quedó demostrado que con los escasos recursos de las administraciones ante esta contingencia, era más importante favorecer a los sectores con
mayor poder como la banca y los conglomerados empresariales, dejando en segundo lugar a los ciudadanos del común y a las mipymes.

Sin embargo, la resiliencia de las personas para superar estos retos se evidenció en la capacidad de mantenerse a flote con la recursividad característica de nuestra gente, acostumbrados al rebusque diario para conseguir el sustento en medio de la informalidad laboral y el temor constante ante la incertidumbre que rodea la “nueva realidad”. Esta capacidad de adaptarse a las situaciones inesperadas habla de los valores enraizados en los genes y el espíritu de esta raza supervivencialista de lo cotidiano.

Después de soportar la presión psicológica, la ansiedad y los miedos resultado del confinamiento, sale a flote lo mejor y lo peor de la humanidad que se manifiesta a través de la convivencia, la tolerancia, la solidaridad y todos los valores que brotan naturalmente en tiempos de crisis, exponiendo el verdadero rostro de quienes están para servir. Así pues, las personas y sus fortalezas durante esta situación se medirán por la capacidad de diseñar su
propio proyecto de vida en el corto plazo.

Los cuestionamientos y expectativas más importantes que se formulen al finalizar el año 2020 serán la oportunidad para la innovación humana en estas vísperas, superando los discursos tendenciales que hablan de “reinventarnos”, el “mindfulness”, la “disrupción” y otras teorías del momento sugeridas para crecer como individuos, sin embargo, el potencial requerido será la capacidad de mirarnos como colectivo, basados en la compasión y la empatía para construir el 2021.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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