¿Llegó la educación a la era digital?
Autor: María Luisa Nieto Taborda
- febrero 11, 2022
Durante lo que va de este siglo ha cambiado radicalmente la manera como nos comunicamos, la forma como nos acercamos a seres queridos y desconocidos en cualquier lugar del planeta. Pasamos de tener limitada información, a ser altos consumidores y generadores de contenidos; nos trasladamos de un mundo lleno de estándares a uno repleto de opciones y personalización. Estamos en la era de la autonomía, de los cambios permanentes y de la flexibilidad. Hoy en día decidimos cuándo y cómo queremos movilizarnos, ver películas,
comer, tener citas e incluso aprender. Sin embargo, ¿han avanzado en el mismo sentido los modelos educativos formales?
Algunas instituciones se dan por bien servidas por contar con cierta infraestructura tecnológica, inclusive departamentos enteros de personas dedicadas a ofrecer soporte virtual que les permitieron mantener (sin entrar en detalles sobre con qué calidad), las clases durante el confinamiento. ¿Bastará con adquirir infraestructura física y tecnológica? O tal vez ésta se vuelva prácticamente irrelevante si no se tiene una visión estructural y estratégica de cambio que comprenda y ponga en perspectiva el papel de la educación en los fenómenos extraordinarios que vienen ocurriendo en la sociedad día tras día.
¿No deberíamos las universidades comenzar por ser líderes en la generación del nuevo conocimiento que da pie al cambio tecnológico y no sólo un adaptador tardío de las nuevas tendencias? ¿No deberíamos direccionar con perspectiva humana y social el cambio tecnológico para tener la capacidad real de formar personas que
puedan convivir en nuestro mundo y tengan la posibilidad de gestionar los cambios a los que nos estamos viendo abocados? ¿No deberíamos ser, en consecuencia, las instituciones más avanzadas en transformación digital e innovación desde nuestros procesos administrativos y académicos?
La transformación digital sin precedentes que estamos viviendo en los últimos años tiene varias características: es altamente acelerada, es compleja, es irreversible, y por si fuera poco, es permanente. Esta transformación constante nos pone en el desafío de caminar hacia una cultura de gestión del cambio. Ante la diversidad y necesidades de inclusión del mundo actual, tenemos el reto de flexibilizar los inamovibles estándares que son base de los modelos pedagógicos que desde hace más de dos siglos hemos incorporado, para cambiarlos por la comprensión del contexto, el trabajo interdisciplinario y la gestión del conocimiento y la tecnología para la solución de problemas reales. Esto es, la construcción de nuevo conocimiento como enfoque de un desarrollo académico orientado a la generación de competencias que eleven la condición humana hacia la consciencia
del otro, del planeta y del rol protagónico que cada individuo tiene en su desarrollo y sostenibilidad.
*Directora de Investigaciones e Innovación Universidad Católica de Pereira