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La salud el más grande tesoro

Autor: Universidad Católica de Pereira

A la crisis que sucede cuando enfermamos, se le suma la de los centros de salud (hospitales, clínicas, EPS, IPS, entre otros), que cada vez atienden de la manera más arbitraria y antiética a los pacientes. Causa dolor y hasta indignación llegar como usuario a las salas de atención de urgencias, consultorios o simples asignaciones de las citas, para ver y experimentar lo mal que estamos en un derecho fundamental que tenemos todos los seres
humanos.

Acceder a la atención en la salud se convirtió en nuestro país en toda una odisea, en toda una aventura peligrosa, en toda una decepción, que pone a prueba las virtudes de los usuarios, especialmente la paciencia y la tranquilidad, -precisamente en los momentos más difíciles- pues la enfermedad es uno de los limitantes más complejos de la existencia.

¿De quién es la culpa que estemos así?, ¿Por qué sucede lo que sucede cuando llegamos a ejercer un derecho fundamental?, ¿Qué se esconde detrás de ese perverso sistema de salud que tiene Colombia?, muchos y más interrogantes podríamos hacernos y no terminaríamos, pues es tan complejo el panorama, que no queda más que sentarnos a llorar y pedir a Dios que no nos enfermemos y cuidar al máximo nuestra salud.

Sin embargo, quisiera hoy decir que la culpa es de todos nosotros, pues cuando elegimos nuestros gobernantes no lo hacemos a conciencia, ellos son los que nos tienen de esta manera, han entregado a empresas privadas y han convertido las concesiones en negocios que no han estado a la altura de la tarea humanitaria.

Hoy por hoy los hospitales del Departamento y de la Ciudad pasan por profundas crisis financieras que tienen sus raíces en los malos manejos administrativos y gubernamentales, que por más esfuerzos que hagan, no son capaces de superar los estados de alto déficit que presentan, es el caso del hospital San Jorge que según el último informe divulgado a la opinión pública, las empresas privadas le adeudan cerca de $ 600 millones.

Llegarán momentos muy difíciles para la atención en salud, que Dios nos coja aliviados a todos y que mientras tanto le abramos paso a las ambulancias que estrepitosamente se tomaron las calles y principales avenidas, no porque lleven un enfermo, sino porque quieren llegar primero a cerrar el negocio con los familiares del paciente. ¡No hay derecho!

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