LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, UN ACONTECIMIENTO LIBERADOR
Autor: Universidad Católica de Pereira
- marzo 31, 2016
Estamos viviendo la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo, quien venció la muerte y el pecado y nos hizo libres en el amor de Dios. El Hijo de Dios Resucitó, así lo atestiguan los Santos Evangelios y las primeras comunidades cristianas que a lo largo de 2.016 años seguimos actualizando este acontecimiento maravilloso en nuestras vidas.
Este hecho transformó todo. Desde siempre, el universo se entendió como creado por y para Dios, el hombre es el centro de esta creación y con la resurrección se redescubre su vocación más sobrenatural, la vida eterna.
No estamos acá ocasionalmente ni por el azar, estamos para cumplir una misión, la de aspirar a lo que Jesús Vivo nos señala, un camino de realización y felicidad en donde todos podamos amarnos como hermanos y caminar juntos hacia la misma meta, la de resucitar un día con Él.
El cristianismo no es una doctrina más, representa la esencia de lo que el Maestro nos quiso dejar, un plan de amor y de entrega para con los otros, donde los que más necesiten de ese amor, sean el centro de atención y de desvelo. No se entiende un cristiano que no ame, promueva y respete la dignidad del otro, especialmente del que más sufre. La resurrección nos recuerda esto y nos invita a la maravillosa experiencia de amar a todos por igual sin distinción de raza, cultura, religión o forma de ser o pensar.
La sociedad de hoy, y en especial los que habitamos esta bella zona del Eje Cafetero debemos resucitar a Cristo. Resucitar con Jesús es hacer de nuestra vida un acontecimiento siempre nuevo, abiertos al perdón y la reconciliación; es entendernos poseedores de una tierra maravillosa que es alegre y dispuesta a obrar bien y en paz.
La Semana Santa que pasó fue una muestra más de ese civismo y religiosidad que alberga esta Ciudad señorial, la querendona, donde todos nos sentimos hermanos y responsables unos de otros, donde deseamos buscar -a pesar de las dificultades económicas y sociales- una tierra óptima con más y mejores oportunidades, donde disminuyamos los índices de violencia y explotación, donde haya pan y paz en los hogares.
Eso es resucitar y eso es liberación, la que sólo puede dar Cristo Nuestro Señor, que por más partidos de fútbol durante el jueves santo, no pudo opacar el corazón sediento y confiado que colmó nuestros templos y capillas. Gracias Pereira, gracias Diócesis, el sentimiento de fe fue total.
