EL RETO SOCIAL EN EL USO DE LAS MOTOCICLETAS
Autor: Padre Diego Augusto Arcila Vélez
- abril 7, 2016
La cantidad de motocicletas, más conocidas como motos es cada día más sorprendente. Son como un enjambre de avispas que circulan a toda hora por la Ciudad, son para dos y a veces van tres, muchas invaden el carril, van a toda velocidad, con cascos a medio poner, con deterioro o daños técnicos que contribuyen con los altos índices de contaminación y lo peor aún, cuando sucede un trancón en alguna de las avenidas ocasionado por un accidente, se ven escenas tristes en las que en la mayoría de los casos, está involucrado este tipo de transporte.
Las motos dicen que fue un invento de los japoneses, pero fue realmente en las dos guerras mundiales, especialmente en la segunda, donde se pusieron de moda para avanzar contra el enemigo y lograr llegar primero a la repartición del botín o a la conquista de la las tierras, posibilitando victorias como las de Hitler sobre la maquinaria pesada de sus enemigos que apenas entendían su uso.
Hoy son un medio de transporte económico, no pagan muchos impuestos, se pueden lavar fácilmente, se llega con rapidez y sin tanto estrés al destino programado, generan sensación de libertad y autonomía –los adolescentes a sus escasos 15 años ya quieren tener una-.
Así mismo, son funcionales y de fácil acceso, ya que con la cédula y un fiador se la entregan en el almacén. ¡Quién no quiere tener una!, pues apasionan y seducen, tanto así que muchas ciudades ya tienen avenidas destinadas para correr, hacer “piruetas” en ellas y dizque “envenenándolas”, una mezcla mortal entre gasolina y alucinógenos, no solamente en el tambor de la máquina sino en el cuerpo de quienes las llevan.
La motocicleta no es un “demonio”, los desadaptados somos nosotros que no sabemos conducirlas, que caemos en la seducción de la velocidad y las malas costumbres de no saber ir por el sitio correcto al conducirlas, por no usar adecuadamente el casco, por pasarnos el semáforo en rojo, impulsados por el veneno sutil que producen sus dos ruedas y sus tanques cada vez más bonitos e imponentes.
Ante este panorama, somos los ciudadanos los que debemos asumir con responsabilidad el uso de este medio de transporte, para que siga siendo una alternativa que facilite la movilidad y no el instrumento que genere pérdidas humanas y contaminación.
Ruedas, tanques, cascos mal usados que nos pueden precipitar a la muerte y generar el dolor ante tantos accidentes que a diario se presentan. ¡Reaccionemos!.
*Rector Universidad Católica de Pereira