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LA MAGIA DE LOS ECLIPSES

Autor: Mónica María Gómez Hermida

El pasado 14 de octubre, los habitantes de varios departamentos de Colombia tuvieron la dicha de disfrutar de un fenómeno astronómico extraordinario: un eclipse anular de sol.

Como habitantes del planeta Tierra, somos los únicos en el sistema solar que podemos deleitarnos con estos impresionantes sucesos gracias a una feliz coincidencia. Cuando se presenta un eclipse solar, la luna se interpone entre el sol y la Tierra, aparentando tener el mismo tamaño que el sol, esto ocurre a pesar de que la luna es 400 veces más pequeña que el sol, pero así mismo se encuentra 400 veces más cerca.

En este caso, el eclipse fue anular debido a que la luna se hallaba en el apogeo, es decir, en su punto más distante de la Tierra, donde su tamaño es cerca de un 12% menor que cuando se encuentra en el perigeo (el punto de menor distancia a la Tierra). Esta diferencia permitió que la luna no cubriera completamente el sol, dejando al descubierto el famoso anillo de fuego. En los eclipses totales, en cambio, la luna cubre por completo al sol, revelando la corona solar, que no es más que la atmósfera del sol.

En general, un eclipse solar viene acompañado de la oscuridad del cielo en pleno día, un descenso en la temperatura y un cambio en el comportamiento de los animales, lo que genera una sensación de misterio y magia. En el pasado muchos han usado su conocimiento de cuando se van a producir eclipses para infundir temor y ejercer dominio sobre otras personas.

Pero los eclipses no son fenómenos sobrenaturales o mágicos, no traen consigo desdichas o desventuras, por el contrario, podemos disfrutar de ellos teniendo pleno conocimiento de donde y cuando van a ocurrir gracias a que la humanidad ha mirado al cielo desde milenios atrás encontrando comportamientos cíclicos que han permitido establecer y crear calendarios basados en un lenguaje matemático.

Estar preparados para este tipo de fenómenos y ser capaces de observarlos con seguridad, sin el temor de dañar nuestros ojos o sufrir calamidades (más allá de las que a menudo provocamos por nuestra incapacidad para convivir pacíficamente), es una prueba de que el conocimiento es poder. La magia realmente está en el
entendimiento de la naturaleza y en su descripción a través de leyes físicas en un lenguaje matemático, que no solo nos permita prever sus movimientos, sino también aprender a coexistir en armonía con sus ciclos y fuerzas, desvelando así el poder de la ciencia para moldear un futuro sostenible.

*Docente Universidad Católica de Pereira.

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