La educación emprendedora: ¿Estamos formando a los futuros empresarios?
Autor: Alexandra Jaramillo Gutiérrez
- enero 31, 2025
En el contexto de la educación colombiana, existe un marco legal que promueve la cultura del emprendimiento. La Ley 1014 de 2006 de fomento a la cultura del emprendimiento y la Ley de Emprendimiento 2069 de 2020 fomentan en los jóvenes un espíritu emprendedor que merece reconocimiento. Las instituciones educativas han implementado programas orientados a la creación de empresas, lo que nos invita a reflexionar sobre si realmente estamos formando a los empresarios que el país necesita.
Al hablar con los estudiantes sobre sus motivaciones para estudiar una carrera, es común escuchar respuestas como: “Quiero crear mi propia empresa”. Este sueño, compartido por muchos, refleja un anhelo de autonomía y de contribuir al desarrollo económico. Sin embargo, la pregunta que debemos plantearnos es: ¿Estamos equipando a estos jóvenes con las herramientas necesarias para que sus proyectos sean sostenibles y exitosos en el tiempo?
El emprendimiento innovador es un motor para el desarrollo económico y una vía para la inserción en economías globales. Colombia se posiciona como uno de los países con mayor actividad emprendedora a nivel mundial. Según el informe GEM (2024), ocupa el cuarto lugar en América Latina, lo que demuestra un entorno propicio para el emprendimiento juvenil. No obstante, este contexto favorable debe complementarse con una formación integral que trascienda más allá de la simple creación de negocios.
Aunque en las aulas se enseña cómo iniciar un negocio y se realizan ejercicios prácticos orientados, es fundamental incluir otras habilidades que son clave para el éxito empresarial. Más allá de las competencias técnicas, las habilidades blandas como la resiliencia, el pensamiento crítico y la capacidad de adaptación son esenciales, especialmente en un entorno tan dinámico y competitivo como el actual.
En este sentido, Confecámaras subraya la importancia de fomentar la resiliencia empresarial, en especial en las microempresas. Según el organismo, el 99% de las empresas que cierran antes de cumplir dos años son microempresas, lo que pone en evidencia la necesidad de desarrollar programas que fortalezcan estas capacidades.
La educación emprendedora debe evolucionar. No basta con enseñar a los jóvenes cómo crear un plan de negocios; es importante prepararlos para enfrentar desafíos, tomar decisiones informadas y adaptarse a los cambios del mercado, especialmente en momentos de incertidumbre. Debemos formar empresarios capaces de innovar, perseverar y liderar con ética en un mundo globalizado.
La formación de emprendedores no es solo responsabilidad de las aulas; es un compromiso colectivo donde empresarios, universidades, profesores de todos los niveles educativos y familias deben unirse para cultivar no solo conocimientos, sino valores y habilidades que impulsen a los jóvenes a construir un legado que trascienda generaciones y transforme realidades.
Docente Universidad Católica de Pereira