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Homo fatigans

Autor: Miguel Alberto González González

La velocidad es proporcional al olvido, a mayor rapidez menos capacidad de recordar, el desplazarse una necesidad, la velocidad un lujo, una avaricia para ahorrar tiempo o dinero. En este siglo XXI correr es la norma, la excepción es ir despacio, pero no les sirve a los poderes económicos, ni parece que a ciertas ciencias; para pensar hay que detenerse, ¿será que pensamos con mayor velocidad, pero con menor profundidad y precisión?

Estamos en sociedades apresuradas, rebasadas en agendas, intoxicadas en la experiencia del presente y con el tiempo reducido al mundo de los calendarios. Nos hemos convertido en el homo fatigans, sujeto cansado, rodeado de tareas y con poco espacio para sí mismo, pertenece a los demás y poco sabe de sí.

Preguntarnos por nuestros agites, por nuestras carreras alocadas, casi siempre innecesarias, es centrarnos en las lógicas de una sociedad impulsada a romper records. Pero existen presiones a estas dinámicas como son los poderes económicos, científicos, de la pantalla global, de los transportes y del mundo del turismo.

Queremos aviones más veloces, trenes y carros que surquen la tierra a ritmos frenéticos, exigimos que nuestros deportistas rompan los relojes e impongan registros a costa de sus vidas y de su idea misma de felicidad, a eso vamos a unos olímpicos o mundial de fútbol, no sólo a ver un campeón sino a conocer los nuevos registros, la magia de ser triunfador es cuando rompe muchas estadísticas.

Las guerras requieren armas veloces y potentes, los criminales son ágiles para anticiparse a las leyes y los corruptos, veloces para apoderarse de los recursos.

La velocidad nos puede estar llevando a tener mayor dinero y a conocer más, pero no nos está haciendo ser mejores seres humanos, de ahí que vivimos fatigados en un desespero externo de insatisfacción radical.

Pese a cursos de lecturas rápidas que no dan espacio al disfrute, sólo acumulación de datos; es un placer apresurado que suele traer insatisfacciones y olvidos. El homo fatigans es alguien que hace de la velocidad su atributo, pero del aburrimiento su resultado.

¿Desde qué lógicas organizamos el mundo, nuestras vidas a ritmos furiosos? Salvo casos de salud, siempre son por lógicas económicas y acumulativas. ¿Disponemos de opciones?, la educación es uno de esos espacios, donde algunas actividades se pueden tomar su tiempo para ser pensadas; los buenos libros, los profesores, los seres humanos generosos en paciencia no tienen final, se quedan en nuestra memoria.

La auténtica educación es un elogio a la lentitud, una filosofía del pensar pausado, del disfrutar el presente, del sabernos seres situados no para destruirnos en las burdas carreras sino para reposar nuestro ser y darle lugar a un pensamiento humanizado.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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