FUNDAMENTALISMO LAICISTA
Autor: Universidad Católica de Pereira
- agosto 18, 2015
La sociedad y el mundo se abren cada vez más a múltiples experiencias de todo tipo, social, cultural, político, económico, religioso, de vida y de pensamiento; esto no es censurable, por el contrario, es valioso y nos lanza a saber que todos absolutamente todos somos distintos y respetables en lo que somos y experimentamos. El problema, pensaría yo, radica en el fundamentalismo con que a veces defendemos nuestras formas de pensar y ser, fundamentalismo que entre otras cosas, no debería ser, ni existir, ni aparecer.
La discusión que recientemente se dio entre las Senadoras de la República, la cristiana Vivian Morales y Claudia López, es apenas una muestra de ese fundamentalismo que de parte y parte no debería existir, especialmente de la segunda, la doctora Claudia López, que cada vez más opina sobre lo divino y lo humano, creyendo tener siempre la
razón y lo peor, llevando a sus interlocutores a no tener otra salida, a “asentir” en lo que ella “defiende férreamente”, sin lugar a respuesta, cayendo así, en un ejemplo claro de lo que hoy llamamos “fundamentalismo laicista”, en un país que desde la Constitución del 91 así se hizo llamar, desapareciendo cualquier vínculo con lo religioso y trascendental, olvidándose que somos ante todo seres religiosos por naturaleza, así como políticos, sociales y económicos.
El fundamentalismo Laicista al que hoy estamos asistiendo, se convierte en lo que ellos atacan: persecución, señalamiento y exclusión. No podemos pensar que por ser minorías o mayorías, tengamos siempre la razón; recordemos que en muchas comunidades de EEUU, los más perseguidores son los hombres de color, que persiguen y matan a los “blancos”, porque no deben existir en sus metros cuadrados de existencia. Cada vez se hacen más fronteras invisibles, se levantan más muros aberrantes, más atípicas formas de clasificarnos unos de un bando y los otros de otro.
Todos creemos tener la razón, vulneramos fácilmente al otro, no lo promovemos, no le damos oportunidad para defenderse en sus ideas, unos porque siempre han sido “poseedores de la verdad”; otros porque sintiéndose “excluidos”, nos quieren a toda costa, incluir en sus formas y modelos, sin medir ética, moral, trascendencia y tradición, llevándonos poco a poco en este país y sociedad a un “fundamentalismo Laicista”, tan y mayormente peligroso que cualquier forma de sentir y pensar.