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El salón de clases invertido

Autor: Catalina Ramírez Aristizábal

La tecnología de la información ha permeado casi todos los aspectos de la vida humana, haciendo más fácil el quehacer cotidiano de las personas. Es difícil encontrar un sector dónde la tecnología no haya modificado de forma significativa todos los procesos. La educación no ha sido ajena a esta revolución que podríamos llamar la era de la información.

Un ejemplo de esta situación son los cursos masivos online. El primero ellos fue el curso Introducción a la Inteligencia Artificial ofrecido por profesores Sebastián Thrun y Peter Norving de la Universidad de Stanford en octubre de 2011. Los docentes que impartían este curso de forma tradicional y del cual participaban
normalmente 200 estudiantes, esperaban captar 10.000 estudiantes alrededor del mundo, sin embargo, este pronóstico fue superado, pues empezó con una cifra record de inscritos de 160.000 de los cuales 23.000 completaron el curso de 10 semanas.

De esta exitosa experiencia se desprendieron cambios que podrían revolucionar la educación superior alrededor del mundo. En primer lugar se identificó que la educación virtual podría eliminar dos de las principales barreras, las limitaciones de tiempo y la distancia a los centros educativos, pues permite que los estudiantes realicen los cursos en los tiempos que les resulten más convenientes y desde la comodidad de su casa a través de cualquier tipo de dispositivo que se pueda conectar a internet.

Otra barrera importante que se disminuye es la de los costos, puesto que esta metodología de enseñanza es una forma de masificación de la educación, como bien público a través de las economías de escala.

No obstante, este sistema no está exento de polémicas y sus detractores sostienen que este método puede ser útil en programación y en otros campos caracterizados por procedimientos bien establecidos que pueden ser codificados en software. Sin embargo, para ellos la esencia de la educación universitaria subyace en la interacción entre profesores y estudiantes que no puede ser simulada por una máquina sin importar cuán sofisticada sea la programación. Asignaturas discursivas como las de las ciencias humanas, no se beneficiarían con esta metodología pues se perdería toda la riqueza generada de las discusiones en aula que no es suplida por los foros.

Más allá de estas polémicas y desde el punto de vista de la educación tradicional, estas herramientas se podrían volver una gran oportunidad, por medio de lo que se ha denominado el salón de “clases invertido”. En esta metodología los estudiantes asisten a todas las clases teóricas de manera virtual y el tiempo de clase es aprovechado para solucionar dudas, profundizar en los temas más relevantes y asesorar proyectos a partir de las temáticas tratadas, que permitirían llegar a una de las formas de aprendizaje más significativo, el aprender-haciendo.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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