El Eje Cafetero tiene una verdad para contar
Autor: Gina Marcela Arias Rodríguez.
- mayo 24, 2019
Del Acuerdo de Paz, se crea el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No repetición, del cual se diseñan tres instancias. La Jurisdicción Especial de Paz, hoy pendiente de las decisiones de la Corte Constitucional, luego de las dilaciones generadas a partir de las objeciones presentadas por el Presidente; la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por desaparecidas y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición – CEV-, presidida por el sacerdote jesuita Francisco de Roux y que hoy enfrenta enormes desafíos.
Las Comisiones de la Verdad son creadas en países que han transitado por dictaduras o por conflictos armados en los cuales se han generado graves violaciones a los derechos humanos.
La verdad como bien público y como derecho de las sociedades, constituye una posibilidad para que las víctimas-sobrevivientes puedan saber qué pasó, también para que los perpetradores reconozcan públicamente los enormes daños que causaron y para que la sociedad pueda tener una narrativa que responda a la pregunta de por qué nos pasó. Todo ello con el propósito de que estos horrores nunca más vuelvan a ocurrir. Sin embargo, el panorama para la CEV es adverso, no sólo enfrenta el trabajo de recolectar los testimonios de víctimas y comunidades afectadas, sino que debe hacerlo con menos recursos y con una atmósfera política desfavorable que genera miedo y desesperanza en quienes desean aportar a la construcción de esta verdad.
En el Eje Cafetero, la CEV deberá enfrentar distintos desafíos en relación con el mandato. Lo primero es reconocer que el conflicto armado también nos afectó. Según datos del Registro Único de Víctimas, 207.663 personas del Eje Cafetero son víctimas, 50 mil víctimas de desplazamiento forzado que vinieron a Pereira, los falsos positivos, la presencia de actores armados, el caso de “Operación Libertad desarrollada en Quinchía” entre otros. El desafío es visibilizar que en este territorio también hemos vivido las dinámicas de la guerra, superar el olvido y la indiferencia.
Reconocemos la necesaria participación de distintas instancias de la sociedad, para construir una verdad que no promueva odios, sino que nos permita reconocernos en ese pasado doloroso para resarcir y dignificar a las víctimas y para que podamos construir un presente y un futuro menos violento.
De este modo, la academia tiene la responsabilidad con las generaciones de jóvenes para que se apropien de su historia y reconozcan su lugar como sujetos políticos para, por lo menos intentar, cambiar el curso de esta historia de dolor.
*Profesora Universidad Católica de Pereira.