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EL DIFÍCIL TRÁNSITO HACIA LA PAZ

Autor: Padre Diego Augusto Arcila Vélez

La tarea de lograr la paz no ha sido fácil. Son muchos los obstáculos que se han presentado, especialmente cuando algunos personajes de la vida pública han usado el proceso de paz como bandera para gobernar conciencias y votos a través de un discurso de guerra y de violencia.

La paz no es solo un acuerdo político, es ante todo un proceso humanitario en el que está depositada la confianza de un país que necesita un futuro mejor para los hijos y los nietos, para el sector empresarial, para el campo y ante todo para que todos los ciudadanos sepamos respetarnos y entendernos desde nuestras fortalezas y límites.

No se entiende que en una sociedad moderna y globalizada como la nuestra, con muchas posibilidades tecnológicas y de desarrollo, todavía estemos hablando de desplazamientos forzados, secuestros, asesinatos y chantaje, más aún si nos consideramos un territorio rico en biodiversidad, recursos hídricos y habitado por personas con calidad humana y social, y dispuestos a vivir de la mejor manera posible.

Las negociaciones de paz en la Habana que llevan más de dos años y medio, están casi listas para su firma final. Se supone y se sobreentiende que el costo será muy alto, más o menos como lo hemos evidenciado en América Latina, en países como Uruguay o El Salvador.

Los diálogos han llegado a acuerdos -que en años anteriores no imaginábamos que pudieran darse-, en cuanto a la restitución de las tierras, la reparación de las víctimas y la participación política de los grupos al margen de la ley, entre otros.

Ahora, quizás lo más difícil será el posconflicto, que implica una cultura política y social madura y dispuesta, una sociedad abierta y propicia a perdonar y reconciliarse, sin odios y sin colocar la mirada atrás para revanchismos y venganzas.

Nos hace mucha falta un ejercicio de sanación de la memoria, tanto víctimas como victimarios deben colocar todo su empeño en acercarse y tratar de deponer diferencias, – sabemos que es algo muy difícil, especialmente de aquellos que han sufrido en carne propia todos estos vejámenes-.

La paz es posible, el costo será alto, pero es la oportunidad, la más cercana que hemos tenido, no la desaprovechemos. Coloquemos en Cristo Nuestro Señor Príncipe de la Paz este deseo, Él nos ayudará.

*Rector de la Universidad Católica de Pereira

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