Cambio climático y la indiferencia ciudadana.
Autor: Javier Alfonso López Morales
- julio 14, 2023
En el mes de octubre de 2007, publicaba en la revista de ciencias sociales y humanas Zona, el artículo titulado: Cambio climático. Entonces, ¿qué hacer?, el cual hacía alusión al problema generado gracias a la acción indiscriminada del hombre sobre la tierra y a su constante despilfarro, bajo un modelo de sociedad de consumo cada vez más arraigado e insostenible.
El articulo mencionaba en su momento, un sin fin de desastres naturales y fenómenos climáticos como efecto del inmenso daño de la población del planeta, que contaba aquel entonces con un número estimado de 6.700 millones de habitantes, y que ahora supera los 8.000 millones. Desde luego, estos fenómenos han venido en aumento y sus repercusiones son sentidas en cualquier zona o localidad. Y nada parece cambiar, nuestra Ciudad no está ajena a este incremento exponencial del fenómeno climático, efectuándose constantemente tormentas
eléctricas, vendavales y precipitaciones con mayor cantidad de agua por metro cuadrado y en tiempos más cortos, generando vientos, granizadas, inundaciones y un almacenamiento hídrico sin posibilidad de ser evacuado en corto plazo, ya que los sumideros y registros de aguas lluvias se encuentran taponados por residuos de todo tipo, arrojados por personas sin ninguna conciencia, además sin obtener un mantenimiento preventivo y continuo.
Lo mismo sucede con los bajantes de aguas lluvias, los cuales se hacen insuficientes a la hora de cumplir su función, ya que sus diámetros cumplían en su momento con un estándar de evacuación menor al actual.
Las esquinas de Pereira son vertederos al aire libre, acumuladores de vectores de enfermedades y malos olores, estos al final caen en el propio alcantarillado, disminuyendo su capacidad de evacuación.
Sumado a esto, las zonas verdes, son cubiertos por capas asfálticas o cemento, perjudicando en gran medida la absorción natural de la tierra, la cual se encuentra saturada observando sus niveles freáticos actuales. Los deslaves son cada vez más frecuentes en las laderas de las montañas, esto por la acumulación intempestiva de
aguas y la deforestación, provocando caída de rocas, taponamiento de vías, perdida de viviendas y en muchos casos, de vidas humanas, de fauna y flora.
El acontecimiento climático es una realidad, y se debe convivir con él, pero lo más atenuante es la desidia e indiferencia de las personas de una ciudad cada vez más sin dolientes, ya que buena parte de su población es migrante, y desconoce en buena medida las prácticas cívicas y de convivencia tenidas por años, y que permitirían enfrentar con mejores herramientas este fenómeno inclemente. Como nunca las palabras ahorro, educación, conciencia, acción, civismo, adecuación, reutilización, planeación, responsabilidad, se hacen más necesarias para todos.
*Docente Universidad Católica de Pereira