Aprender: la sed que hay que calmar
Autor: Daniel Humberto Ospina
- febrero 25, 2022
Es innegable, la adicción que puede provocar en algunos seres humanos el conocer. Es posible comparar el conocimiento con un inmenso océano que recibe caudales de agua provenientes de ríos, al igual que de las gotas condensadas en las nubes, las cuales se esparcen en tormentas, lo que hace que los océanos cambien cada segundo, muy similar a lo que ocurre con lo que creemos conocer. El ser humano puede beber miles de vasos de este océano de saberes, pero nunca saciará su sed de conocimiento, lo que lo convierte en un adicto del aprendizaje. Sin embargo, el conocimiento no es el agua que calma la sed, es más bien la sed que hay que calmar.
El mundo no es ajeno a esta situación: los cambios en el entorno global, la necesidad persistente por mejorar, la creciente competitividad y los constantes cambios en los paradigmas, llevaron al planeta a hablar de una “era o sociedad del conocimiento”. Un conocimiento que supera los saberes estandarizados que emergen de los modelos educativos tradicionales, impositivo y vertical; que invita a conocer y proponer, aprendiendo a desaprender todos aquellos paradigmas y limitantes del propio desarrollo, de la realización del potencial humano.
Es necesario que todo profesional mantenga su vigencia, formándose y capacitándose, ampliando su nivel de conciencia y desarrollando su pensamiento crítico, esencial para comprender la complejidad de las problemáticas que se enfrentan a diario en esta sociedad. Permitiéndoles expandir las oportunidades para la plena realización de las potencialidades, el disfrute de las libertades y no simplemente el aumento en los niveles de ingreso, sin ser este un factor para demeritar. Por esto, el conocimiento siempre debe ir ligado al desarrollo humano, ese que mejora la calidad de vida, enriquece las posibilidades humanas y expande las libertades reales, convirtiendo a profesionales en participantes activos y líderes emprendedores del desarrollo y bienestar del país.
Esa sed mundial por informarse y conocer, tiene en las nuevas tecnologías sus mejores aliados, unidas al ritmo de vida acelerado e inmediatista que difícilmente percibimos, estas, en especial las de la comunicación, acercan la información, hoy más que nunca, a cada habitante del planeta; es sólo cuestión de segundos para poder obtener textos, imágenes, audio o videos de los temas más extraños o de las regiones más lejanas. Pero hay una brecha entre información y conocimiento, el tener información no garantiza el conocer y el conocimiento por sí solo, desligado del desarrollo humano, puede no impactar positivamente la sociedad. Por lo anterior: el saber no debe calmar la sed, siempre existirá un vaso de conocimiento para beber, más si pensamos en el conocimiento
ligado a la sed de aprendizaje.
*Docente Universidad Católica de Pereira