APOYAR LAS MIPYMES ES APOYAR EL EMPLEO EN RISARALDA
Autor: Diana Cristina López López
- septiembre 10, 2021
Como lo comenté en esta columna un año atrás, la situación mundial derivada de la pandemia y de la cual no escapó Colombia, ha exhortado a las empresas a reinventarse y, con ello, a valerse tanto de nuevas tecnologías emergentes dentro de su quehacer productivo como a diversificar su actividad económica, e incluso, su mercado objetivo. Ahora bien, quiero invitar a los lectores, al sector gubernamental, a la academia y a la sociedad en general, a que reflexionemos si ante el actual panorama económico, que ya pareciera no obedecer a las tradicionales reglas de mercado, ¿todas esas reinvenciones resultan suficientes para el mantenimiento o mejora de la posición competitiva de nuestras micros, pequeñas y medianas empresas? En este sentido, como producto de un acercamiento que hice recientemente a los empresarios del sector metalmecánico de nuestro Departamento, con motivo de una investigación conjunta que la Universidad Católica de Pereira se encuentra adelantando con el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, CIAD, de Sonora, México, encontré preocupantes situaciones como cierre definitivo de empresas, cambio de sus actividades económicas, nuevos endeudamientos con el sector financiero, dependencia continuada de la importación de materia prima y demás, que se suman a otras circunstancias que salen de su campo de control como la escasez de materiales, la inestabilidad en los precios de los insumos, la competencia desleal y hasta la corrupción, todo lo cual les dificulta aún más cualquier iniciativa encaminada a mejorar, mantenerse o al menos sobrevivir en los mercados en los que ya operan o en aquellos en los que quisieran operar. De allí que sea justo en este momento que se haga más sentida la necesidad de que la triada Estado – Universidad – Empresa entre en acción y de manera conjunta pensemos la manera de enfrentar aquellas situaciones que impiden que nuestras MIPYMES mejoren sus condiciones de competitividad, que pueden ir desde la generación de políticas públicas en este sentido, hasta la gestión investigativa que apunte hacia el desarrollo de soluciones de raíz a sus problemáticas, sin olvidar la posición que como sociedad debemos tomar no sólo para apoyar la industria de la región sino también para no prestarnos a que prácticas poco ortodoxas sigan yendo en detrimento de nuestras empresas, en especial de aquellas que, no olvidemos, generan más del 90% del empleo de Risaralda. *Docente Universidad Católica de PereiraEn este sentido, como producto de un acercamiento que hice recientemente a los empresarios del sector metalmecánico de nuestro Departamento, con motivo de una investigación conjunta que la Universidad Católica de Pereira se encuentra adelantando con el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, CIAD,
de Sonora, México, encontré preocupantes situaciones como cierre definitivo de empresas, cambio de sus actividades económicas, nuevos endeudamientos con el sector financiero, dependencia continuada de la importación de materia prima y demás, que se suman a otras circunstancias que salen de su campo de control
como la escasez de materiales, la inestabilidad en los precios de los insumos, la competencia desleal y hasta la corrupción, todo lo cual les dificulta aún más cualquier iniciativa encaminada a mejorar, mantenerse o al menos sobrevivir en los mercados en los que ya operan o en aquellos en los que quisieran operar.
De allí que sea justo en este momento que se haga más sentida la necesidad de que la triada Estado – Universidad – Empresa entre en acción y de manera conjunta pensemos la manera de enfrentar aquellas situaciones que impiden que nuestras MIPYMES mejoren sus condiciones de competitividad, que pueden ir desde la generación de políticas públicas en este sentido, hasta la gestión investigativa que apunte hacia el desarrollo de soluciones de raíz a sus problemáticas, sin olvidar la posición que como sociedad debemos tomar no sólo para apoyar la industria de la región sino también para no prestarnos a que prácticas poco ortodoxas sigan yendo en detrimento de nuestras empresas, en especial de aquellas que, no olvidemos, generan más del 90% del empleo de Risaralda.
*Docente Universidad Católica de Pereira