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Amarillismo informativo

Autor: Padre Diego Arcila Vélez

Comunicar se ha hecho cada vez más un espectáculo, no precisamente divertido y sano – como debería ser todo espectáculo- sino por el contrario amarillista, voyerista (estar mirando cosas obscenas), difamatorio, insensible, repetitivo hasta cansarnos, obsesivo en las imágenes y palabras más deshumanizantes y por supuesto desalentador y desmotivante.

Son muchos los ejemplos. El avión donde murieron los hermanos futbolistas del Brasil, el caso de la niña inocente Yuliana Samboni a manos de un demente, los muchos asesinatos, accidentes, muertes que tristemente tuvimos este fin y comienzo de año; sin mencionar los escándalos personales, familiares y sociales de personajes de la vida política o de la farándula.

Ver o leer hoy noticias responde según los últimos estudios psicosociales a un prototipo de consumidores que cada vez se “instalan” y disfrutan con la sangre, con la foto del suicidio, con la de los aspectos minuciosos que rodearon la escena del crimen, con los relatos escalofriantes de lo que ocurrió, con lo que en el léxico técnico y de la psicología comportamental se llama “la coprofilia” o afición a lo excremental, feo y que tiene mal olor.

De esa tendencia coprofílica – sin el interés de insultar- son especialmente responsables algunas de las grandes cadenas de noticias mundiales y nacionales, los periódicos amarillistas, unos cuantos blogs y páginas de personas que solo ven en la noticia una oportunidad para acabar con el otro, con su entorno, con su imagen, su reputación y para satisfacer -sin ningún recato y profesionalismo-, los cánones del consumismo que aumentan el rating, alejándose de una noble y maravillosa profesión como la del periodista caracterizada por la ética profesional y verdad comunicativa.

El Papa Francisco nos recordó en estos días de año nuevo “como los medios de comunicación no deben caer en la tentación de informar siempre el escándalo y les recordó que tienen una responsabilidad muy grande para con la sociedad”, les recalcó “no caer –sin ofender, por favor- en la enfermedad de la coprofilia que implica buscar siempre comunicar los escándalos y las cosas feas, aunque sean verdad.

Los medios son constructores de una sociedad, tienen un papel muy importante en el desarrollo de una mejor humanidad y ante todo de formar o deformar la conciencia y el criterio de quienes los “consumimos”.

*Rector Universidad Católica de Pereira

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