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A MIS COLEGAS INGENIEROS

Autor: Diana Cristina López López

En un momento de profunda introspección no paro de cuestionarme sobre el propósito que tiene la existencia de cada ser que habita en este planeta.

Siendo todos parte componente de un gran sistema, cada una de sus partes influye en las demás, lo cual, como humanos, nos hace responsables de cada acción ejecutada a lo largo de nuestra vida adulta y esto incluye nuestra elección de profesión y lo que hacemos o decidimos como parte de ella.

Es aquí donde me cuestiono el papel que la ingeniería ha jugado a lo largo de la historia humana. En este sentido, llegó a mí la siguiente definición de la función del ingeniero: realizar diseños o desarrollar soluciones tecnológicas a necesidades sociales, industriales o económicas. Así, de manera escueta, podría afirmarse que, como ingenieros, tenemos la función de ingeniar soluciones a diferentes tipos de problemáticas de la humanidad en su dinámica como sociedad; no obstante, ¿es lo que realmente se está entendiendo de nuestra función?

En nuestras universidades y centros de investigación alrededor del mundo siempre se nos dice que la ingeniería hace uso de las matemáticas y las ciencias naturales, así como de la experiencia y la práctica, en combinación con la técnica y la ciencia que nos permiten usar y convertir los desarrollos científicos en obras, todo con el fin de desarrollar formas de utilizar, económicamente, los materiales y las fuerzas de la naturaleza para beneficio de la humanidad.

Más allá de lo anterior y atendiendo al concepto de humanidad como objeto y razón de ser de las soluciones que la ingeniería brinda, me pregunto con ahínco si, realmente, entendemos y creemos de verdad que la humanidad es hacia donde se dirige el actuar del ingeniero y si, por tanto, es lo que estamos enseñando en las diferentes instituciones de educación en ingeniería y lo que nuestros estudiantes y graduados se llevan consigo para continuar el relevo generacional ingenieril.

Exhorto a que nos cuestionemos si nuestro ingenio y, por ende, nuestras decisiones y acciones dentro de la ingeniería no están dirigidas a la humanidad entendida como una macro red de personas interconectadas entre ellas, con los demás habitantes de la Tierra y con el planeta mismo, ¿qué estamos haciendo con tanto supuesto ingenio? ¿a qué o a quién servimos con nuestro ingenio?

Invito a que recordemos que estamos llamados a dignificar al ser humano dentro y fuera de la dinámica de la ciencia, la tecnología, la innovación, el desarrollo y la investigación y, como tal, hago un llamado a que actuemos en coherencia con ello y más ahora, de cara a la ya inevitable llegada de la inteligencia artificial a nuestras vidas.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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