A LA MEMORIA DE ANYELA YULIANA MORENO PÉREZ
Autor: Padre Diego Arcila Vélez
- octubre 12, 2016
En la casa 8 de la manzana 8 del barrio Country II del municipio de Dosquebradas, el pasado 27 de septiembre dormía después de hacer sus tareas, Anyela que traducida al español castizo significa Ángel, eso precisamente era ella y lo sigue siendo hoy un ángel de luz y de amor que desde el cielo ilumina especialmente a su triste familia que
la extraña y que se sigue preguntando ¿por qué este incidente?, ¿por qué precisamente su hija?, ¿por qué en ese momentos y en ese lugar?.
La muerte de Anyela tan prematura, tan trágica, vil y repudiada por todos, especialmente por los que la amaban – sus familiares, amigos de escuela, sus vecinos- y todos aquellos que conocimos la noticia por los medios de comunicación, responde a la descomposición social y más profundamente al negocio infame del microtráfico, las bandas juveniles que son a la vez víctimas y “títeres” de los grandes distribuidores de sustancias alucinógenas, de la venta de armas y de una creciente y constante descomposición del tejido social que lleva a encubar nichos de terror y zozobra.
Las líneas invisibles de poder y de muerte, la ley del más fuerte apunta de amenazas, la búsqueda afanosa de no intervenir en el mercado mortífero de sus ventas de alucinógenos, no son más que el caldo de cultivo de un problema social que se evidencia en las ciudades y en todos los pueblos y que siempre marcará un reto para
las autoridades políticas y del orden judicial.
El crecimiento de los pueblos, afirmaba el Papa Pablo VI, estaba unido al desarrollo de lo social, con empleo, posibilidades de educación, de salud, de pan en las mesas de los hogares, de una educación en valores, que evidenciará el amor por la vida y el respeto por los demás, especialmente por los más desprotegidos y pobres.
La justicia con desarrollo es el nombre de la paz, ellas marcarán el equilibrio deseado por unos y por otros. Por los que enfrentados la noche del 27 de septiembre no llegaron ni siquiera a imaginar que moriría una niña inocente por el fuego cruzado del dominio infame del mercado ilegal de las drogas y por los que hoy lloran la desaparición de un ángel que no entendía más allá de amar a los suyos y soñar con un futuro feliz. A su memoria.
*Rector Universidad Católica de Pereira