Y nos cambió la “vida futbolística”, pero necesitamos que nos cambie la “vida política”
Autor: Jorge Luis Muñoz Montaño
- agosto 11, 2023
Cada vez son menos quienes en Colombia se refieren al fútbol como “un poco de gente corriendo detrás de un balón”. Sin duda, el fútbol en su esencia sigue siendo un deporte más, pero es esa relación cultural y pasional que genera, la que le da un aire de diferencia en todo el mundo y, en nuestro país, no es la excepción.
Justo por estos días se entrecruzan varios discursos, el que versa con mucho interés y hasta con algo de naturalidad sobre la presentación de la selección femenina de fútbol en el mundial de Australia, y el de los aconteceres de la vida política nacional y las próximas elecciones regionales. No obstante, ambos discursos logran matices y calados tan diferentes; uno, en el que, sin ser expertos, queremos hablar, argumentar pensando en una unidad y un triunfo nacional al que lo único que le falta es vivirlo en paz; el otro, por su parte, completamente fraccionado, vacío de nación, que solo espera sentar perspectiva ideológica y hasta dogmática, incluso, en muchos casos, para sacar provecho del otro.
Considerado el entorno futbolístico en diferencia al político bien cabe preguntarse: ¿cuándo empezó esto?, ¿Cuándo el fútbol se convirtió en un motivo nacional el cual hizo que Colombia ya nunca más se considerara solo un participante, sino un protagonista que reuniera ese sentir y ese deseo de triunfo nacional?
Y viniendo una y otra vez los recuerdos y los diálogos, podría decirse que ese momento fue exactamente hace treinta años, más exactamente el 5 de septiembre de 1993. La efeméride no es gratuita, Colombia había obtenido resultados importantes, tal vez de más importancia como los empates contra la Unión Soviética (1962) y Alemania (1990), este último incluso, recordado por el gol más celebrado por el país.
No obstante, fue el triunfo frente a Argentina el que nos cambió la “vida futbolística”, el país pasó del conformismo y una natural resignación ante los resultados, a reclamar a sus selecciones los mejores desempeños en cada competición… Paradójicamente, dos años antes, Colombia había asistido a su acontecimiento político más sublime como nación, la promulgación de una nueva Constitución en la que se afirmaba como un Estado Social de Derecho, el cual le subrayaba a sus ciudadanos el poder del voto y la integridad electoral para protagonizar los nuevos rumbos políticos del país. Si bien no tendremos otra Constitución en pocos días, podemos hacer que estas elecciones del mes de octubre sean ese acontecimiento nacional que ahora nos cambie la “vida política”, convirtamos esa oportunidad electoral en el nuevo partido más importante por jugar como nación.
*Docente Universidad Católica de Pereira.