¿Para dónde vamos con la educación?
Autor: Jhon Willmar Toro Zapata
- diciembre 10, 2019
Un artículo que lleva por nombre “filantrocapitalismo. La araña negra,” emitido por la revista el “viejo topo”, llamó mi atención, yendo más allá del nombre sobre las denuncias que académicos europeos hacen sobre la metamorfosis del capitalismo para seguir siendo vigentes, promoviendo estrategias silenciosas que involucran lo
social y que necesitan lo educativo para lograr su cometido.
Citan en este artículo a Bill Gates, a delegados de la OCDE y Master Card como aquellos que, a puerta cerrada en Londres, vienen haciendo reuniones y que según la fuente de los académicos su deseo es la privatización mundial de la educación.
No sorprende este tipo de comentarios y más cuando el interés de los gobiernos democratizados tiende a responder por unos provechos internacionales que buscan la calidad educativa, masificando procesos y llevando desde su discurso la erradicación de la pobreza, la equidad, a través de lo educativo, debilitando cada vez más el derecho a la educación para convertirlo en una estrategia de mercado que para nada beneficia el desarrollo de los pueblos.
Se ha dicho desde los escenarios educativos que es la sociedad quien sugiere a la escuela el ritmo de la educación, acorde a las necesidades de desarrollo que va legitimando. La OCDE y la UNESCO mencionan la necesidad de volver a lo humano, a las habilidades blandas, a lo ético, a la esencia de hacer escuela y citan como ejemplo países como Corea, Japón, Alemania, que ya se dieron cuenta que la solución no es la productividad, sino el desarrollo humano y hay que volver la mirada sobre él. ¿Si estos países ya experimentaron este camino y vieron que no era la contribución al desarrollo de los pueblos, por qué esperar a cometer sus mismos errores y mejor avanzar en los caminos que ellos llevan?
Los desarrollos globales cuyas intenciones se traducen en economistas, saben que el movilizador de todas sus pretensiones es el modelo educativo y que la manera de permearlo es buscar estrategias que los ayude a acercarse a los gobiernos con voces benévolas de servicio, dejando oculto su verdadera intención.
Estos modelos nos han enseñado que lo importante es competir y tener lujos antes que vivir bien, han dejado un pensamiento individualista donde el otro no debe importar. Hoy a nivel mundial se inventaron que la educación debe ser virtual y puede que sí, pero su fin es la privatización de este derecho que cada vez se debilita más. Estamos a tiempo de rescatar lo humano que se teje al interior de las pretensiones expansionistas. Hay que cuidar la educación como derecho, no como herramienta; Karl Marx lo proponía “la peor lucha es la que no se hace”.
*Docente Universidad Católica de Pereira