MIOPÍA A LA COLOMBIANA
Autor: Antonini de Jiménez
- agosto 25, 2023
Hoy me las tuve que ver con el vecino después de haber convertido su apartamento en una discoteca ambulante. Llamé a la puerta, le exigí educadamente, pero sin excusarme, que bajara la música, y ofendido, se negó. Aquí tenéis la más viva prueba de por qué Colombia es un país pobre.
Nuestro vecino se ofendió porque es incapaz de reconocer una verdad, la de respetar el silencio ajeno, cuando entra en disputa con sus caprichos. Una miopía de tipo social le impide excusarse por su falta de educación y me obliga a mí a hacerme la víctima, inventando alguna tragedia, para despertar en él algún tipo de compasión y verlo ceder.
Si la baja, lo hará por pena hacia mi fingida desventura y no por vergüenza ajena, pues es incapaz de meterse en la cabeza que respetar al vecino es una máxima universal y no una alternativa abierta a la discusión, y esto aplica para todo en este santo país. Si te diriges a una tienda de ropa te aplaudirán para captar tu atención cuando no la atizarán con un ruidoso bafle; se te arrimará un dependiente que engatusándote no te dejará tiempo para saber qué compras, esto ocurre porque el colombiano obra por sentimientos.
La miopía colombiana se deja sentir a la hora de oscurecer la existencia de verdades; algunas de estas pasan por respetar los pasos de peatones, o el descanso del vecino.
En finanzas ni hablemos. Las cuentas de ahorros padecen de goteras y no existe bolsillo colombiano trenzado sin agujeros. Los negocios invierten con reservas a un día, y, al otro, se precipita una avalancha de cierres. Con una miopía de este calibre la violencia es inevitable. La única ley universal que se respeta es la del más fuerte,
que se hace imponer, o bien por la fuerza, o por la intimidación. Cuando es por esta segunda -lo que ocurre en la mayoría de las veces-, se destapa un resentimiento que hace despreciable el gusto a la vida, hundiéndola tras un pesimismo crónico que a veces llega incluso a ponerle fin.
De esta lamentable situación suelen aprovecharse los gobernantes mesiánicos que lejos de alentar a su pueblo para que crezcan, cubren de fango las calles para que se revuelquen. Ahora ya lo sabes colombiano, o te pones las pilas y maduras, dejando de actuar como un niño malcriado, o solo te quedará Maduro.
*Docente Universidad Católica de Pereira.