Las universidades: escenarios creativos para formar humanistas innovadores
Autor: Gustavo Adolfo Peña Marín
- diciembre 20, 2019
El concepto de desarrollo a escala humana planteado por Manfred Max-Neef a finales del siglo XX, permitió la reflexión al respecto de las necesidades de las personas y los satisfactores que las suplen, desde lo existencial por el “ser, tener, hacer y estar”, al contrastar aspectos como “subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, libertad”, ofreciendo una mirada ajustada desde nuestro territorio y perspectiva latinoamericana.
Esta dimensión humanista nos invita a repensar las dinámicas cotidianas y evitar las comparaciones entre lo que algunos denominan mundo desarrollado, con nuestros países mal llamados subdesarrollados, ya que ese “desarrollismo” ha inducido a nuestros pueblos a consumir modelos de éxito, basados en lógicas competitivas de mercados y productividad industrial, enajenadas con los limitados recursos naturales del planeta, al contradecir
tácitamente los verdaderos principios del avance y bienestar de los seres humanos, su crecimiento personal y colectivo.
Con este panorama, las universidades deben ser laboratorios en los que se superen los paradigmas desarrollistas del voraz capitalismo que defiende el crecimiento económico sostenido, en un mundo con recursos que se agotan irremediablemente y que hoy, evidencian la necesidad de superar esos estereotipos obsoletos para enfrentar los retos ambientales y éticos del siglo XXI. Las instituciones deben convertirse en escenarios para la reflexión y la
creación, permitiendo a los jóvenes diseñar su proyecto de vida a la luz de valores sustentables, cercanos al otro en la alteridad, desde una postura colaborativa y cívica.
Los jóvenes son los convocados en el presente y el futuro para corregir los vicios y renovar las viejas estructuras de un sistema global, que en su constante aceleración ha dejado escombros para nuestro hábitat natural. Las acciones gubernamentales se han apoyado en estudios de expertos que normalmente no pertenecen a los lugares donde acontecen los desastres y están enajenados ante las necesidades reales de las comunidades que allí habitan; en tal escenario se generan las condiciones para que la juventud desarrolle su potencial creativo en medio de las vicisitudes, convirtiéndose en los expertos que nuestras regiones requieren.
Si bien, la actividad de crear ha estado presente desde que las personas elaboran sus propias herramientas y soluciones para sobrevivir al entorno que los rodea, también es un instrumento para construir ambientes innovadores de desarrollo humano, en el que los jóvenes alimenten su espíritu creativo.
*Docente Universidad Católica de Pereira