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LA VACU-MISIÓN DEL MEJORAMIENTO DE LA HUMANIDAD

Autor: Antonini de Jiménez

Sería un estúpido si yo mismo me opusiera a la fecunda labor obrada por las vacunas a lo largo de la historia reciente. Ellas han sido protagonistas del mejoramiento en el bienestar de las personas combatiendo un sinnúmero de enfermedades que seguirían, sin duda, amedrentando nuestras esperanzas de alcanzar una vida duradera y pacífica.

Quizás yo mismo tenga inyectado en mi cuerpo muchas más de esas que estos otros, que hacen hoy de ella con orgullo, un arma arrojadiza. Para sorpresa de algunos tampoco estoy en contra de que ciertas vacunas lleguen a ser obligatorias, dado el caso, como así se da a entender por motivos de salud en muchas zonas del mundo libre.

Lo que me enfurece y me llena de estupor es el uso ilegítimo con el que esta vacuna pretende justificar, a la luz de una supuesta salud pública en peligro, lo que de facto es un plan de segregación social y violación de libertades individuales. Y no ocurre esto porque en el alma de los gobiernos anide un Leviatán que quiera vernos a todos
reducidos a la servidumbre (aunque así nos lo parece a muchos). En absoluto. Todo esto ocurre desde los principios torcidos por aplicar sin ton ni son una política “de buenas intenciones”.

No hay error en la lógica por la cual el mundo quiera verse liberado de un nuevo virus pero cuando esto ocurre desentendido de cualquier otro principio moral o refreno civil entonces, la solución al virus se convierte en el verdadero virus.

Cuando el hombre aspira a sobrevivir a toda costa deja de encontrar límites en su insaciable deseo por ver eliminado de sí cualquier rastro de sufrimiento. Con ello no solo no consigue eliminarlo, antes convierte a la sociedad misma en una sala de torturas ¿O aún alguien en su sano juicio no entrevé ya que las consecuencias de la pandemia (encierros, desempleo, etcétera) han sido y serán mucho más mortales que la incidencia del propio virus?

¡Despierten! y vean como la imposición obligatoria de la vacuna les exigirá segregar para marginar después a una buena parte de la sociedad, con el único fin de quererle hacer un bien a toda ella ¡El infierno está repleto de buenas intenciones! Para ser fieles a nuestra conciencia, estamos obligados a respetar en vosotros lo que vosotros no respetáis en los otros. El mundo tiene que levantarse frente a esta obscena tentación eugenésica de querer elevar el destino del hombre a través de la ciencia médica o el riesgo de vernos superados por los crímenes más espantosos de la humanidad será (es) la prueba de que el hombre está condenado por adelantado.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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