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LA SALUD MENTAL DETRÁS DE LAS CIRUGÍAS PLÁSTICAS COSMÉTICAS

Autor: Martha Juliana Villegas Moreno

Según el Ministerio de Salud y Seguridad Social en su Resolución 5592 de 2015, en Colombia se define como cirugía plástica cosmética o de embellecimiento, el procedimiento quirúrgico que se realiza con el fin de mejorar o modificar la apariencia o el aspecto del paciente sin efectos funcionales u orgánicos. Según la Sociedad Americana de Cirugía Plástica entre los años 2000 a 2009, se realizaron en el mundo 12.5 millones de cirugías plásticas cosméticas en su mayoría en mujeres (Swami et al., 2011).

La Sociedad Internacional de Cirugías Plásticas Estéticas y Reconstructivas (ISAPS) publicó una lista de países en donde se practican la mayor cantidad de procedimientos cosméticos a nivel mundial, Colombia se encuentra en el octavo lugar con el 1.8%. En nuestro país se ha registrado en los últimos cinco años un crecimiento importante del turismo de salud, tan solo en Cali se realizan más de 50.000 procedimientos de cirugía estética al año, la edad de las personas que acceden a estos procedimientos oscila entre los 15 y 25 años y las principales cirugías fueron la rinoplastia, la abdominoplastia, la lipoescultura y el aumento mamario (Díaz y Gudiño, 2014).

Frente a este panorama vale la pena preguntarse ¿qué lleva a una persona a realizarse una cirugía plástica? Si bien existen múltiples motivaciones para hacerlo, hay una que puede llegar a ser bastante riesgosa para la salud mental: la insatisfacción con la autoimagen. En nuestra sociedad occidental es clara la tendencia a creer que ser bella es igual a ser delgada y joven. Este ideal ha sido masificado por los medios de comunicación y al ser aceptado por las personas genera que la autoestima dependa del atractivo físico, lo que explica el aumento paulatino de trastornos relacionados con la imagen corporal (Ortega et al., 2013).

La insatisfacción con la imagen corporal se relaciona de manera directa con la presencia de trastornos del comportamiento alimentario como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, trastornos del estado de ánimo, ansiedad y el trastorno dismórfico corporal, los que a la vez conducen a la aparición de conductas de riesgo para la salud como la realización de dietas severas, ejercicio extremo, uso de algunas sustancias para tratar de modificar la imagen corporal y muchas veces cirugías estéticas cosméticas. Vale la pena entonces plantear la necesidad de evaluar el estado mental del paciente antes de ser sometido a una intervención de este este tipo, en tanto la solución a su insatisfacción puede no estar necesariamente tras las puertas de un quirófano, las cuales muchas veces, por sus condiciones no reglamentadas, llevan a la muerte de la persona o a deformaciones permanentes del cuerpo.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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