LA PENDIENTE RESBALADIZA
Autor: Escinjahuer Pedroza Robledo.
- agosto 17, 2017
La Eutanasia sigue siendo un tema de amplísima actualidad, máxime cuando en nuestro país se empieza a cuestionar si debería extenderse su aplicación hasta las personas en estado vegetativo persistente.
Es necesario volver sobre lo básico y entender qué es la eutanasia, pues esta práctica la quieren revestir de bondad y piedad, cuando eso es lo que menos tiene. La verdad es que una persona enferma, desvalida, con dolor y sufrimiento lo que necesita es compasión, acompañamiento, comprensión, cuidados y afecto permanente, que le muestren que a pesar de su condición todavía es valiosa como persona, querida y respetada.
Lo que menos necesita un enfermo es que las instituciones de salud, el gobierno y las familias empiecen a pensar y considerar que su vida ya no tiene sentido ni valor, peor aún que se considere -alentados por la sociedad capitalista- que ya no es útil ni productiva y que está consumiendo recursos que podrían ser para otros.
La Eutanasia es definida como “la acción u omisión que por su naturaleza o en sus intenciones, produce la muerte, con el objetivo de eliminar todo dolor”. Se puede realizar por acción directa, proporcionando una inyección letal al enfermo o por omisión -no ofreciendo el apoyo básico para la supervivencia del mismo-. En ambos casos, la finalidad es la misma: acabar con una vida enferma. La Eutanasia no resuelve los problemas del paciente, sino que destruye a la persona que tiene dichas dificultades.
El acto médico se basa en una relación de confianza donde el paciente confía a un profesional el cuidado de su salud, aspecto primordial de su vida. En la relación entre ambos no puede mediar el pacto de una muerte intencionada.
La aceptación del acto de matar a un paciente como solución para un problema, abre el camino a otras dificultades para los que acabar con la vida sea la solución, de tal manera que estamos ante una pendiente resbaladiza, pues se abre la puerta para que otras circunstancias justifiquen la Eutanasia, como podría ser aplicarla en personas con
enfermedad mental, con Alzheimer, Parkinson o simplemente su aplicación en personas solas que han sido abandonadas y para las cuales podría el Estado o las instituciones considerar que ya no hay más opciones.
La verdadera alternativa es la humanización de la muerte. Hay que ayudar al enfermo a vivir lo mejor posible el último periodo de su vida, es fundamental expresar cercanía, apoyo, intensificar los cuidados y mantener el compromiso de no abandonarle por parte de todos los involucrados en el proceso, sólo así podremos hablar de una verdadera muerte digna.
*Vicerrector de Proyecto de Vida