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Hacia la transformación de la educación.

Autor: Mónica María Gómez Hermida

No es un secreto la velocidad paquidérmica con la que avanzan los procesos educativos en nuestro país y en general en Latinoamérica. En una columna de opinión que leí hace algunos años, se hacía referencia a que, si tuviéramos la capacidad de traer a nuestro presente a un ingeniero, un médico y un profesor de hace un siglo, solo
los dos primeros tendrían problemas en ejercer su profesión en la actualidad, sin embargo, el docente no tendría mayor inconveniente para hacerlo, ya que los cambios en esta profesión y en el sistema han sido mínimos.

Las aulas para los estudiantes de hoy en día son un lugar extraño, los salones de clase de muchas instituciones educativas de nuestra región siguen exactamente igual que hace cincuenta años o más, inclusive el mobiliario no se ha cambiado y mucho menos se han modificado los currículos, más allá de algunos cambios de orden en los
contenidos. El sistema educativo aún está pensado para formar trabajadores que acaten órdenes, desarrollen procesos repetitivos y que posean capacidades básicas de lectoescritura y operaciones matemáticas, y claro está eso no es lo que nuestra sociedad requiere.

La sociedad actual es flexible, cambiante y nuestra educación es cada vez más rígida, rutinaria y estática. Hace treinta años el colegio y la universidad eran los únicos lugares donde uno podía enterarse de datos importantes de diferentes áreas, ahora la información está al alcance de cualquiera en el momento y lugar que lo requiera y es
por esto por lo que la profesión docente no puede seguir pensándose en un escenario donde el docente esté parado en una tarima transmitiendo información descontextualizada a unos estudiantes sentados en filas, estáticos y hay que decirlo…aburridos y desmotivados.

La educación y sus actores tienen el compromiso de transformarse para responder a los retos que nos traen las nuevas generaciones y el mayor acceso que ahora se tiene a la tecnología brinda una gran herramienta para esta transformación. Poder hacer uso casi ilimitado y permanente del internet y de los teléfonos móviles debe dejar de
ser un problema y debe convertirse en un instrumento que permita aplicar estrategias innovadoras en el aula, que hagan participe al estudiante de su propio aprendizaje y que conlleve a que él interprete de manera adecuada toda la información a la que tiene acceso, sea capaz de generar procesos reflexivos alrededor del contexto social en el que está inmerso y que pueda usar la información y la tecnología como semillas de cambio y transformación social.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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