ESTUDIANTE DE MIS ESTUDIANTES
Autor: Diana Cristina López López
- noviembre 25, 2022
¿Cuántas horas invierte un docente en una buena clase?
Para responder, los profes numéricos sumarían los tiempos de revisión de bibliografía, toma de apuntes, redacción de notas de clase, elaboración de diapositivas y la conducción de la clase. Algunos más osados, agregarían el espacio de asesoría, alistamiento y calificación de evaluaciones, talleres, prácticas y un adicional de ejercicios de aula. Los más pedagógicos, acompañarían esta cuenta con las lúdicas diseñadas o replicadas a las que acuden para simular micromundos académicos sinfín. Aquellos más modernos, pedirían se incluyera la búsqueda y elección de videos, blogs, podcast y demás, que sirvan para complementar su clase. Todos estos, sin lugar a dudas, profesores por vocación sin excepción, en búsqueda siempre de lograr el óptimo proceso de enseñanza aprendizaje.
Respondiendo esta pregunta desde el ser y no desde el personaje, saldríamos unos pocos, a lo mejor muy pocos, que a veces con más satisfacción que con la angustia que trae consigo la cercanía del cierre de semestre, que te recuerda que el tiempo parece no alcanzar ya para rematar lo que falta “dictar en clase”, responderíamos sin temor a equivocarnos que a esa ya vasta cuenta tendría que adicionársele el tiempo no programado, no premeditado, no planeado, que se destina para conversar con nuestros estudiantes de aquellos asuntos mundanos y no mundanos que marcan la gran diferencia entre dictarles clase y contribuir a que sean mejores seres humanos cada día.
Es allí cuando, con beneficio de inventario, cabría entonces preguntarse, si esa inversión del valioso recurso tiempo está rindiendo los beneficios esperados. Desde el primer día que me desempeñé como docente lo he dicho y lo sostengo: Si gracias a ello, se logra que al menos un estudiante por semestre interiorice lo conversado más allá de lo académico y lo haga consciente, entonces vale la pena cada instante durante la clase y será el indicador infalible que nos muestre que lo estamos haciendo bien, apreciados colegas.
Cobra sentido, además, auto cuestionarse qué ganamos como profesores con toda esta inversión de tiempo… La respuesta, siempre es la misma: También nos hacemos mejores seres humanos cada día, pues nuestros estudiantes también nos enseñan, con cada pregunta, con cada actitud, con cada respuesta y nos compensan ese tiempo invertido con creces cuando, además, tenemos la oportunidad de ver que esos mejores seres humanos se desempeñan como buenos ciudadanos del mundo.
No es profesor el que enseña ni estudiante el que aprende; todos estamos inmersos en el oficio de enseñar y la maestría de aprender unos con otros. Sigamos pues, cursando estudios en este planeta mundo.
*Docente Universidad Católica de Pereira