Esta juventud de hoy en día
Autor: Jhon Mario Zuluaga Morales
- noviembre 20, 2020
Criticar a los jóvenes es una práctica más vieja que andar a pie, diría un arriero hace décadas. Dicen que Sócrates escribió hace 20 siglos: «Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros. Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros».
Duras palabras para referirse a los ‘muchachos’ de hace más de 2.000 años.
Leonardo Haberkorn, profesor de la Universidad ORT de Montevideo, renunció hace cinco años a sus cátedras porque estaba cansado de luchar contra una generación de estudiantes desinteresados. “Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla. Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies”, expresó el docente.
El escrito continúa con un desahogo que, para ser sinceros, no es exclusivo del exprofesor uruguayo. Estos reclamos son recurrentes en aquellos que tienen la osadía de pararse frente a un grupo de estudiantes de cualquier universidad. La situación parece atemporal, más vigente que nunca, en un salón de clase o en un aula virtual.
Y es que uno de los rasgos distintivos de la vida contemporánea es la hiperconexión, es como si viviéramos dos vidas, una en el plano terrenal y otra en el ciberespacio; estamos aquí y allá. Esta hiperconexión parece impactar más a la juventud, esa masa amorfa que en todos los momentos del hombre y de la mujer (por eso de la inclusión) ha sido tildada de inmadura, volátil, fugaz y hasta mediocre, esa que siempre ha presentado con creces un desafío para sus generaciones antecesoras.
Los docentes de hoy trabajamos con jóvenes de hoy, no con ‘muchachos’ de hace décadas. La defensa de las buenas prácticas, de la rigurosidad, de la pasión, que hace parte de una especie de nostalgia por ese ayer, debe motivarnos a asumir el desafío con esmero y constante preocupación, como si se tratara de un primer amor, en el acompañamiento de una generación particular, que se pierde con mucha facilidad en las pantallas de sus celulares, tabletas o cualquier dispositivo.
Habrá días donde se piense que todo está perdido, que se va a tirar la toalla, pero no, mil veces no. La educación, la vida y la juventud siempre han sido un reto. El panorama implica un esfuerzo monumental porque se trata de una empresa mayúscula, pero se puede, no es hora de renunciar.
*Docente de la Universidad Católica de Pereira