EL SENA Y LA IGLESIA CATÓLICA
Autor: Padre Diego Arcila Vélez
- febrero 16, 2017
La sala plena de la Corte Constitucional determinó el pasado 30 de noviembre del 2016 que la presencia de un miembro de la Iglesia Católica en la junta directiva del Sena es inconstitucional, porque según su “acertada” determinación, se viola el principio de igualdad ratificado en la Carta Magna del 91, donde se manifiesta que Colombia es un Estado laico, no confesional y neutral en términos religiosos.
A mí entender la Corte Constitucional sigue interpretando la libertad religiosa y la igualdad de cultos como un pretexto para expulsar la religión y cualquiera de sus manifestaciones – no sólo la Iglesia Católica-, del ámbito público y del derecho que tenemos de creer y de conformar una dimensión espiritual tan importante en nuestras vidas y que ayuda en esas problemáticas y vacíos a los cuales no ha podido llegar el Estado por su ineficacia,
intereses particulares y corrupción.
Uno de esos vacíos, es la educación de poca calidad y cobertura que seguimos teniendo.
Gracias a la Iglesia Católica y con la visión de los Jesuitas, Salesianos y el Padre Jaime Salcedo de la Diócesis de Bogotá, en 1957 después de terminar la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla y durante el Frente Nacional, la Iglesia impulsó la creación del Sena e inspiró su modelo a través del recordado “bachillerato por radio”, que llegaba de manera especial al campo y veredas del país, formando millones y millones de colombianos.
El Sena desde siempre quiso en su modelo original llevar educación técnica y tecnológica a las clases menos favorecidas y la defensa de los “pobres” que no podían acceder a las grandes universidades, este fue y ha sido su principal interés.
La Iglesia veló y estuvo siempre atenta a que esto se cumpliera de manera clara y cabal. Durante décadas defendió la libertad y la autonomía de esta bella Institución frente al apetito corrupto de los políticos de turno.
La Corte echa a la Iglesia Católica de su propia casa, la que fundó y constituyó con sacrificio y esfuerzo de años, para darle poder omnímodo a los bandidos de cuello blancoera claro que para ellos éramos incomodos-.
Con esta decisión, el Sena pierde su principal veedor de transparencia y queda completamente en manos de la politiquería y la corrupción.
Hablando de juntas y sin que la Iglesia participe en ella, esperemos que no pase lo mismo en una entidad tan seria y respetada como Comfamiliar Risaralda, en donde se “afilan” las garras de los politiqueros para quedarse con el botín.
*Rector Universidad Católica de Pereira