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Educar para humanizar y reconciliar

Autor: Elizabeth Gallego Correa.

Al reflexionar sobre el papel de la educación en los procesos de formación, es necesario plantear el sentido que esta tiene y la responsabilidad de los diferentes actores que intervienen. La familia, es quien da la base de la estructura de la personalidad. Es allí donde se aprende a reconocer el valor propio y el de los demás, se aprende a dar y recibir, a resolver conflictos, y en especial a entender y asumir la vida. En la sociedad, se tejen las creencias que influyen en la forma de pensar, sentir y actuar tanto de las personas como de los grupos sociales.

Los docentes, posibilitan los procesos de enseñanza y aprendizaje, ayudan a la construcción del conocimiento y al desarrollo de las habilidades técnicas, tecnológicas y/o profesionales.

El Estado, garantiza el derecho que tiene cada ciudadano, debe superar el analfabetismo y generar transformaciones al entorno social al que pertenece. El estudiante, aporta su potencial y capacidad para hacer de la educación un proceso que garantice una mejor comprensión de sí mismo, de su entorno y del mundo.

No todos cumplen con lo que le corresponde. La familia cada vez está más desintegrada y delegan la responsabilidad de los procesos de formación humana en las instituciones educativas.

La sociedad como ente dinamizador de procesos, se encuentra herida y decepcionada; al parecer es más de lo mismo, más violencia, más desempleo, injusticia, crisis económica, crisis ambiental, inseguridad entre otras.

El Estado y las instituciones educativas se han vuelto cada vez más selectivas y clasistas.

El estudiante se encuentra desconcertado, solo y distraído. La sociedad de consumo y la tecnología le ofrece tantas y variadas opciones para escoger y vivir que se confunde y desea vivirlo todo a la vez, impidiendo que logre centrarse y cumplir a cabalidad su responsabilidad con el proceso educativo, prefiere lo fácil y rápido, considera que todo la sabe y cree en lo que las redes y los YouTube les dice.

Este panorama que, si bien desalienta y brinda pocas posibilidades de soñar un futuro, se convierte en un reto para la educación y para cada uno de sus actores, pues es a través de ella que se puede resignificar la historia, para comprenderla y aprender a no caer en los mismos errores, se generan vínculos más fuertes entre las personas, se construye un puente entre las personas, la sociedad y las instituciones, pues la escuela forma para la vida y para el quehacer profesional.

Necesitamos ver la educación como el medio a través del cual podemos construir la posibilidad de cambio y ante todo de reconocernos como humanos y reconciliarnos con el mundo.

*Docente Universidad Católica de Pereira.

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