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De trabajador a subsidiado

Autor: Juan Carlos Muñoz Montaño

Hemos visto un creciente debate sobre los efectos de los subsidios del gobierno, particularmente en el contexto de Pereira se dio a conocer la cifra de población desocupada, la cual presentó un aumento significativo comparativamente con el año anterior.

Los subsidios, diseñados para aliviar la pobreza y ofrecer un colchón temporal en tiempos de crisis, parecen haber generado una distorsión en su propósito. En la actualidad han ganado gran aceptación por parte de un número de personas, quienes estando en edad de trabajar, e incluso siendo económicamente activos,
deciden dejar de realizar actividades laborales confiando su futuro en la seguridad que los subsidios brindan. Al respecto se enuncia: “Yo desde hace mucho tiempo dejé de trabajar y de tener que salir todos los días al sol y al agua a rebuscarme la papita, ahora estoy subsidiado y me dedico a vivir sabroso como el lema del actual gobierno…”.

El propósito de los subsidios es sin duda loable, en una sociedad justa es fundamental que exista una red de apoyo para aquellos que por diversas circunstancias no pueden participar en el mercado laboral, sin embargo, cuando estas ayudas se convierten en un incentivo para la inactividad, el impacto en la sociedad puede ser devastador. El trabajo, más allá de ser un medio de subsistencia, es un componente en la construcción del tejido social. Trabajar no solo proporciona ingresos, sino que también otorga dignidad, sentido de propósito y pertenencia.

Vemos a diario como algunas personas han caído en la trampa de la dependencia de los subsidios. La noción de «rebusque», que ha sido parte del ADN del risaraldense, se está erosionando. El rebusque es una manifestación de la resiliencia, la creatividad y la capacidad de adaptación de nuestras comunidades frente a las adversidades económicas. Cuando las personas deciden que es más conveniente no hacer nada y vivir de los subsidios, se está desincentivando una de las características más valiosas de nuestra sociedad: la capacidad de reinventarse.

Además, la carga sobre las finanzas públicas se vuelve insostenible, los recursos que se destinan a estos subsidios podrían ser canalizados hacia la creación de oportunidades laborales en lugar de perpetuar una situación de dependencia. Es crucial que el gobierno reevalúe sus políticas y busque maneras de fomentar la
productividad y el emprendimiento en lugar de promover la inacción.

Hay que encontrar un equilibrio entre subsidios y ocupación, entre subsidios y actividad, para que éstos lleguen a quienes realmente lo necesitan y que no pierdan su esencia de ser un apoyo transitorio y no la trampa para la inactividad. Si no se actúa sobre este acápite, corremos el riesgo de perder una parte de nuestra identidad y resiliencia como sociedad.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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