CUARESMA TIEMPO DE VOLVER
Autor: Pbro. Anuar Elián Monsalve García
- marzo 8, 2019
Empezamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma con la imposición de la Santa Ceniza, acto que no puede dar paso a la superstición o magia. Imponerse la Santa Ceniza es gritar al mundo que tenemos un Dios que nos ama infinitamente, es recordar nuestra finitud y la infinitud de Dios. El número cuarenta en la Sagrada Escritura tiene un valor simbólico representa el “cambio” de un periodo a otro, este tiempo de gracia nos invita a cambiar y a renovar nuestra vida.
La Cuaresma evoca la historia de la salvación y nos permite rememorar experiencias significativas como los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó por el desierto, también recordamos los cuarenta días que estuvo
Elías en el monte Horeb y de manera especial los cuarenta días que paso Jesús en el desierto. En estos cuarenta días hay luchas y victorias, entre ellas destaca las tentaciones de Jesús en el desierto tales como el poder,
placer y tener. Sin ir muy lejos son las mismas tentaciones que el hombre enfrenta hoy. Tenemos deseos de poder, ¿qué no se hace por el poder?. El deseo de poder despierta violencia, corrupción y descomposición del hombre y de la sociedad, el poder hace ver al otro como un enemigo potencial, un hombre que no sabe servir en el poder tiene la capacidad de destruir el mundo. Pero no solo deseamos poder, también deseamos placer, hoy acudimos a un hombre profundamente hedonista, anclado en un amor Eros, despierto a la pasión pero cerrado a la razón, pareciera ser que este hombre hipermoderno se ha quedado con la botella, pero ha tirado el contenido.
Asistimos a un hombre que se puede comunicar de una manera inmediata con el mundo y que concurre a cambios tecnológicos acelerados, pero experimenta en su interior un profundo vacío y una seria tragedia existencial. Pero tenemos sed de todo y queremos para nosotros en gran medida el tener, pensamos que entre más tenemos más felices somos, hacemos sino guardar y acaparar cosas en nuestras casas, que nunca vamos a utilizar, podemos traer a colación esta significativa frase: “había una vez un hombre tan pobre, pero tan pobre que lo único que tenía era dinero”. ¿Cómo podemos enfrentar este caos que despierta una conciencia sin Dios?
La Iglesia a través de la Cuaresma nos ofrece tres armas espirituales (Mt 6, 1 – 18) para combatir y vivir este tiempo en gracia. Estas ayudas son la limosna, la oración y el ayuno. Que nuestro ayuno no solo sea de comida y
bebida ayunemos de orgullo, murmuración y venganza, que la mejor limosna y oración sea nuestra vida.
*Coordinador de la Pastoral Universidad Católica de Pereira