El estado de crisis y la vulnerabilidad del ser humano: la conducta suicida
Autor: Rosario Iodice
- abril 5, 2019
A lo largo de nuestra existencia se presentan acontecimientos que dejan una marca significativa. Viajar a otro país, cambiar de trabajo, elegir una profesión, entre otros, pueden convertirse en un punto de llegada o de partida.
Frente a los acontecimientos abrumadores la vida puede perder el sentido, se experimenta la sensación de que nada es igual, las percepciones se relativizan, perdiéndose los puntos de referencia. Acontecimientos de esta naturaleza producen un estado de crisis que induce a la persona a un cierto tipo de conducta, la que se aborda desde ciertas perspectivas terapéuticas. En este sentido el estado de vulnerabilidad de la persona, los factores de protección y la rapidez con la cual se reacciona, pueden marcar la diferencia.
La crisis es una situación circunstancial en la cual la persona se siente vulnerable. En un estado de adversidad la persona se hace más receptiva al cambio y por consiguiente se abre a una toma de decisiones. En algunas
ocasiones la toma de decisión puede ser alterada porque ciertas opciones se consideran como únicas. En estos casos, reducir la angustia de la persona permite evitar que se tenga una toma de decisiones desafortunada.
El acto decisivo se transforma en una conducta que cuando está asociada a un trastorno psiquiátrico puede aumentar la probabilidad de que la persona escoja como solución a su duelo la interrupción voluntaria de la vida. Llegar hasta este punto implica un proceso de ideación, una producción del acto con sus intentos frustrados y un consumo del mismo. Frente a una conducta suicida es muy importante que el terapeuta sepa cuándo, con quién y cómo poner en marcha una intervención.
Ante una condición de crisis es imprescindible la inmediatez de la ayuda que se va a ofrecer. Si se deja pasar el tiempo o si se atiende la persona fuera de un alcance físico o si el terapeuta no tiene las adecuadas estrategias, el riesgo de fracaso es muy alto.
Lo que puede prevenir un estado de crisis son los factores de protección como los valores, la capacidad de resolver los problemas, las creencias, las conexiones sociales. Siendo la familia uno de los elementos más importantes a
la hora de hablar de vínculos afectivos.
De esta forma se puede empezar a abordar la vulnerabilidad humana entendida no solamente como la falta de algo sino también como la posibilidad de crecer. La relación entre acompañante y acompañado es fundamental para transformar los momentos de crisis en un momento de evolución y maduración que nos permite ser individuos más complejos porque disponemos de mayores herramientas para superar los problemas.
*Profesor de la Universidad Católica de Pereira.