2025

PARA LA NUEVA HUMANIDAD

Autor: Diana Cristina López López noviembre 14, 2025 Hace unos meses, llamó especialmente mi atención un artículo publicado en The New York Times, escrito por Mary Harrington que, traducido al Español se leería como “PENSAR SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN UN LUJO”. No sé qué me impactó más, si el título o haber visto reflejado en éste el día a día de mi labor como docente. La autora del artículo en mención, argumenta que el coeficiente intelectual viene disminuyendo en el último siglo según las puntuaciones internacionales que de este indicador se tienen, especialmente en los índices de alfabetización de adultos en los últimos 10 años en la mayoría de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE, siendo crítico para las naciones más pobres e, incluso, mostrando decrecimiento en los indicadores para la niñez, lo cual asocia al uso excesivo y sin propósito de los entornos digitales optimizados para la distracción, que afectan la capacidad de leer, razonar y concentrarse. Al ahondar en este tema, encontré información de médicos, académicos y pedagogos que hablan de lo mismo, así como, el uso informal del término brain rot (podredumbre cerebral) para describir este fenómeno que ocurre por el sedentarismo cognitivo o disminución del uso de la capacidad cognitiva del cerebro, a raíz del bombardeo ingente de contenido que hiper estimula la atención cerebral, convirtiéndose en satisfactores de corto plazo que no demandan esfuerzo cognitivo para consumirse, lo cual se exacerba por el uso indiscriminado de dispositivo digitales y ahora, de la inteligencia artificial. Y aunque no estoy de ninguna manera en contra del uso de estas herramientas, sí abogo por su uso racional y consciente. Ahora bien, además de querer contribuir con esta alerta, me uno a las voces alrededor del mundo que, además, claman por hacernos ver que tal como lo advierte Mary Harrington en su publicación del Times, “esto puede estar creando otra forma de desigualdad” en tanto, lo que ella llama las élites, están prohibiendo o limitando al máximo el uso de pantallas que hacen sus hijos, mientras en nuestras sociedades se permite su uso libre y sin control desde la primera infancia, en los adolescentes y en los adultos, en entornos familiares, sociales, académicos y laborales. En este orden de ideas, dejo algunas preguntas que nos invitan a la reflexión: ¿somos conscientes de la existencia del fenómeno brain rot? ¿estamos siendo nosotros mismos víctimas de dicho fenómeno? ¿puede la familia, la sociedad, la academia, la empresa y el gobierno hacer algo al respecto? ¿hay una peor forma de desigualdad que la de aquel que es feliz con tal disparidad? *Docente Universidad Católica de Pereira

¿Una pedagogía del duelo?

Autor: Edisson Orozco noviembre 7, 2025 Existe una constatación existencial que no siempre resulta obvia: la muerte nunca es propia, la muerte siempre es para los otros. Así, reconocemos que el duelo es una experiencia que involucra inevitablemente a quienes sobrevivimos a la ruptura de la muerte. El duelo se nos presenta como una herencia que, aunque pesada y llena de rigores, ha fundado nuestra sociabilidad y nuestras posibilidades de encuentro con el otro. El duelo por un estudiante implica un aspecto pedagógico y existencial que interpela. Bajo cierta naturalización de la vida, esperaríamos que el discípulo acompañe a morir a su maestro. La imagen filosófica de los discípulos que lloran a Sócrates parece paradigmática en este aspecto. Así, el maestro con su muerte otorga otra densidad a su saber y a su legado. Las lágrimas de los discípulos parecen sellar una gran enseñanza y su porvenir. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la experiencia sucede de manera contraria? Quienes dedicamos nuestra vida a la educación vemos pasar por nuestros cursos a cientos de estudiantes: cientos de modos de observar, situarse, hablar y pensar. Algunos pasan ligeramente, otros nos conmueven hasta los huesos. También existen aquellos que nos producen rabia o frustración, pero hay unos pocos que se convierten en una justificación secreta para retornar cada martes a esa clase que nadie parece escuchar. Incluso, algunos nos atraviesan tan profundamente que se quedan en nuestras vidas, no desde la asimetría académica, sino desde el encuentro de la amistad o el amor. Pero estas posibilidades se disuelven cuando el estudiante parte primero que nosotros. Los modos de morir siempre nos inquietan: una tristeza abrumadora, una soledad silenciosa o un accidente disruptivo parecen razones evidentes de la muerte, pero son razones que nos resistimos a aceptar. Esta clase de duelo implica asumir que existe algo que no se podrá cumplir: una promesa rota. Pensamos en los libros o películas que no podremos recomendar, en las conversaciones que no podremos tener, en la tesis que no acompañaremos o en la fugaz fotografía durante la ceremonia de graduación. Este duelo acoge también una belleza inesperada. Emerge un deseo por preguntarnos qué nos han legado nuestros estudiantes muertos. Nos dejan preguntas que nos obligan a seguir pensando, pero también nos transmiten cierta ejemplaridad: la necesidad de sonreír más a menudo, de habitar amorosamente el mundo o de valorar la espontaneidad sobre la solemnidad académica. Nos enseñan a agradecer por la breve coincidencia en este mundo y por el porvenir de la memoria. El duelo por nuestros estudiantes nos recuerda que seguimos siendo eternos aprendices de la vida. Escribo esta columna a la memoria de Ana Sofía Hurtado Bedoya, estudiante de Psicología. *Docente Universidad Çatólica de Pereira

Equilibrio trabajo-familia: una tarea colectiva

Autor: Eliana Quiroz González. octubre 31, 2025 En los últimos años, la conciliación entre el trabajo y la familia ha sido objeto de debate a nivel internacional. La pandemia intensificó esta discusión y evidenció la necesidad concebir nuevas formas de transitar por el mundo del trabajo, demostrando que la flexibilidad en los contextos empresariales sí es posible. Así como los entornos laborales se han transformado, también lo han hecho las familias, hoy se cuenta con hogares diversos, en los que, por lo general, no se depende de un solo ingreso económico, se comparten las labores de cuidado y se otorga cada vez más valor al bienestar. Los resultados investigativos muestran que la conciliación entre las exigencias del trabajo y la familia genera múltiples beneficios. En el ámbito laboral, contribuye a mejorar la productividad, el bienestar, el sentido de pertenencia; además, reduce el estrés, la rotación y el ausentismo. En el plano familiar, favorece diversos indicadores de salud y fortalece la conexión con la pareja, hijos, madres, padres, amigos y mascotas. Ahora bien, promover esta conciliación implica esfuerzos individuales y colectivos. No basta con la disposición exclusiva del trabajador o del empleador: es esencial un trabajo conjunto. Por ejemplo, es importante que los trabajadores asuman con responsabilidad los beneficios dispuestos por la empresa, desarrollen competencias asociadas al manejo del tiempo, la autonomía laboral, el establecimiento de límites entre lo laboral y lo personal. Sumado a lo anterior, se requieren programas y prácticas organizacionales basadas en la evidencia. En este contexto, las empresas colombianas tienen la oportunidad de implementar políticas y acciones que promuevan la reducción de la jornada laboral (Ley 2101 de 2021), la desconexión laboral (ley 2191 de 2022) y, en general, fomenten una relación más armónica entre la vida laboral y familiar. La conciliación trabajo-familia, más que un discurso organizacional, debe materializarse en una realidad laboral. Su implementación representa una ventaja competitiva en el mercado, favorece la sostenibilidad, incrementa la rentabilidad y mejora la reputación institucional, por tanto, cuidar de lo humano siempre será una decisión estratégica. *Docente Universidad Católica de Pereira

ODS y realización personal: Nuevas formas de dejar huella

Autor: Lorena Chamorro octubre 24, 2025 Según la sabiduría popular del siglo XX, el legado de una vida plena era el resultado de sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo; dejando huella en la naturaleza, ideas para el mundo y una parte de sí en otra persona. En el siglo XXI, esos criterios se transforman en sostenibilidad, estilos de vida y aportes al mundo. Dejar huella en la naturaleza va más allá de sembrar árboles, y se enfoca, también, en la relación con el entorno desde el equilibrio entre el progreso económico, bienestar social y protección ambiental. Por eso, en 2015, la ONU propuso los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), proyectados para cumplirse hasta 2030. En Colombia, el Departamento Nacional de Planeación y la ONU, en el reporte al 2024, muestran avances significativos en los ODS relacionados con energía asequible y no contaminante, consumo y producción responsables, igualdad de género y protección del medio ambiente. Mientras los principales desafíos se centran en la lucha contra el hambre y mejora de la calidad del agua y el aire. La consciencia ambiental se refuerza, principalmente, con el ODS 15, vida de ecosistemas terrestres, el ODS 6, agua limpia y saneamiento y el ODS 13, acción por el clima. Por otro lado, dejar ideas para el mundo es un criterio fuertemente asociado al ODS 4, educación de calidad. Aunque el Ministerio de Educación Nacional en la Política Educativa promueve la excelencia docente e incentivos por la calidad educativa; el sistema educativo tradicional necesita replantearse e incluir nuevos recursos y metodologías para desarrollar las competencias de acuerdo con los avances tecnológicos, intereses y necesidades de los estudiantes. El reto para las Instituciones de Educación Superior es mayor con los jóvenes cada vez menos interesados en estudiar cinco años una carrera universitaria; y en el mejor de los casos, optan por estudios técnicos o tecnológicos, o por un emprendimiento; evitando el desempleo, o empleo en áreas diferentes a las de sus estudios. Ante ese panorama, surgen alternativas de carreras más cortas, en modalidad virtual o híbrida, y rutas académicas flexibles que faciliten la empleabilidad temprana. Finalmente, dejar una parte de sí en el mundo no necesariamente se trata de generar una nueva vida, sino del cumplimiento de metas individuales. Cada vez menos personas optan por tener hijos, y escogen otras responsabilidades, como el cuidado de las mascotas que hacen parte de las familias modernas. Así, una formación académica con enfoque de sostenibilidad que fomente la consciencia ambiental, los hábitos de lecto-escritura y el pensamiento crítico, no solo contribuye al cumplimiento de los ODS, sino que redefine los criterios de realización personal acordes a los desafíos actuales. *Docente Universidad Católica de Pereira

La relevancia de la planeación

Autor: Sebastián Pinzón Salazar octubre 17, 2025 Siempre nos vemos enfrentados a situaciones de alta y baja complejidad que nos llevan a tomar decisiones, algunas, requieren respuestas inmediatas sin poder mediar entre posibles escenarios, otras, brindan la posibilidad de detenerse y analizar acciones con resultados de impactos controlados. Por tanto, es imprescindible considerar la relevancia de decidir conscientemente, sobre todo frente al uso de recursos valiosos. Por supuesto, esta situación se puede extrapolar de situaciones de carácter personal o empresarial, la diferencia radica en la dimensión de los objetivos y la variedad de recursos. Aquí, nos centraremos en un contexto personal, donde se consideran horizontes de planeación (corto, mediano y largo plazo), por ejemplo: proyectar actividades a realizar en días, semanas, meses o años. Además, es primordial definir objetivos realistas y alcanzables; probablemente, planificar un día resulte en una tarea sencilla, pero, se puede complejizar cuando el objetivo de un día permite conseguir otro semanal, este llevarlo a uno mensual y así mismo, continuar hasta completar aquellos que solo se gestan en años; a manera de ilustración, un ahorro diario permite alcanzar una cuota semanal o mensual, a su vez, podrá representar una cifra importante en años (con o sin apalancamiento financiero) para comprar algo “grande” que sin proyección, difícilmente ocurriría. Lo anterior puede ser fácil o difícil, dependerá siempre de los objetivos, y como en casi todo, existe un “pero”, en este caso: la incertidumbre; entendiéndola como el desconocimiento de sucesos futuros y es que, entre más futuro, mayor incertidumbre; se puede ejemplificar así: si en casa se preparan los alimentos, posiblemente habrá más certeza sobre lo que se va a desayunar, almorzar y/o cenar hoy, pero, mayor incertidumbre sobre el alimento que se consumirá en 7 meses. La planeación, no sólo se enfoca en aquello que se quiere o necesita, debe considerar la disponibilidad de recurso, “qué tengo y cómo puedo usarlo”. Si nos enfocamos en el dinero del hogar, se deben identificar todos los gastos de un periodo de tiempo para vivir con unas condiciones deseadas (esto puede ser parte del objetivo), y a su vez, ser coherente respecto a los ingresos generados. Finalmente, la diferencia entre ingresos y egresos debería ser positivo para considerar nuevas alternativas como hacer una inversión o cumplir un sueño. Un proceso de planeación no puede ser idealizado al considerar que la incertidumbre puede hacer de las suyas, obligando a una persona para que sea resolutiva en momentos donde la realidad dista de la proyección, sin embargo, el plan sí cumple un papel sumamente importante dado que ayuda a mitigar el impacto. La planeación siempre será clave, propende por la estabilidad y facilita el cumplimiento de objetivos de personas y/o empresas. *Docente Universidad Católica de Pereira

Industria 4.0 en Colombia: mucho ruido, pocos bytes…

Autor: Alonso Toro Lazo octubre 3, 2025 En Colombia, hablar de inteligencia artificial, automatización avanzada y ciberseguridad se ha vuelto casi obligatorio en cualquier foro empresarial o político. Los anuncios se multiplican: desde inversiones en centros de datos hasta programas de capacitación en habilidades digitales. Sin embargo, en la práctica, la transformación digital avanza a un ritmo mucho más lento que el de los discursos. Las cifras son reveladoras, pues mientras la demanda de talento en tecnologías de la información crece a doble dígito, la oferta de profesionales especializados no alcanza a cubrir ni la mitad de las vacantes. Muchas empresas, especialmente pymes, siguen viendo la industria 4.0 como un lujo, no como una necesidad estratégica. Y en el sector público, la adopción de herramientas digitales suele quedarse en pilotos que no escalan o en plataformas que no dialogan entre sí. El problema no es falta de tecnología. Hoy tenemos acceso a soluciones de IA, IoT y analítica de datos a costos cada vez más bajos. El verdadero desafío es de visión y de articulación. La transformación digital no se reduce a comprar software o máquinas; implica repensar procesos, capacitar a las personas y crear un ecosistema donde la innovación se convierta en hábito, no en excepción. Otros países de la región han entendido esto. Chile, por ejemplo, ha desarrollado estrategias nacionales de inteligencia artificial que incluyen desde educación temprana en programación hasta incentivos fiscales para proyectos de automatización en sectores productivos clave (Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile, 2025). En Colombia, en cambio, seguimos fragmentando los esfuerzos: las universidades avanzan en la formación de talento, pero este potencial se ve frenado por políticas públicas inestables, trámites engorrosos y prioridades que cambian cada cuatro años. La oportunidad está ahí. Somos un país con potencial agrícola, industrial y de servicios capaz de beneficiarse enormemente de la digitalización. Pero para lograrlo, se requiere más que eventos y promesas. Necesitamos integrar universidad, empresa y Estado en proyectos concretos de impacto económico y social, invertir en educación técnica y profesional a gran escala, y diseñar marcos regulatorios que impulsen —y no frenen— la innovación. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que la cuarta revolución industrial en Colombia se convierta en un espejismo: una vitrina de casos aislados que impresionan en las ferias, pero que no transforman la economía ni la vida de la mayoría. El tiempo para decidir si queremos ser protagonistas o simples espectadores ya se está acabando, pues el mundo ya está hablando de la quinta revolución industrial, la llamada “Industria 5.0”. *Docente Universidad Católica de Pereira

ChatGPT no es tu terapeuta: la ilusión de curarse con un clic

Autor: Carlos Andrés Hurtado Díaz septiembre 26, 2025 Vivimos en una época en la que la inmediatez parece ser la vara que mide el valor de las cosas. Queremos respuestas rápidas, alivio instantáneo y soluciones empaquetadas en pocos clics. En ese escenario, no es extraño que muchos recurran a herramientas como ChatGPT, podcasts motivacionales o charlas en redes sociales como sustitutos de la terapia.  La tentación es comprensible: es gratuito, está disponible las 24 horas y ofrece respuestas coherentes. Sin embargo, esta aparente comodidad encierra un riesgo profundo: la ilusión de que la palabra automática puede reemplazar el proceso terapéutico. La terapia, en su sentido más serio, implica un encuentro humano en el que se despliegan la escucha, la transferencia y la posibilidad de elaborar el sufrimiento de manera singular. No hay fórmulas generales que apliquen de igual modo para todos, porque cada persona llega con su propia historia, con marcas inconscientes, con síntomas que no siempre se comprenden en la superficie. Lo preocupante es que esta ilusión de inmediatez se suma a una tendencia social peligrosa: la banalización del sufrimiento. Muchas veces se dice “solo necesitas cambiar de actitud”, “sé positivo”, “escucha este podcast y te sentirás mejor”. El dolor psíquico, sin embargo, no desaparece con frases motivacionales ni con respuestas automáticas.  Al contrario, cuando se posterga el verdadero trabajo de elaboración, suele reaparecer con más fuerza en forma de ansiedad, depresión o en síntomas que invaden la vida cotidiana. Además, hay un efecto cultural que merece atención.  Pero lo que se pierde es la dimensión ética y relacional de la terapia: la construcción paciente de un espacio donde alguien se siente escuchado, confrontado y acompañado en su singularidad.  En otras palabras, lo que se reemplaza no es solo el servicio de un profesional, sino la experiencia profundamente humana de un encuentro que transforma.  El problema surge cuando se confunden con la terapia misma y se convierte la salud mental en un asunto de consumo rápido. El reto, entonces, es recordar que no hay atajos para comprender el propio sufrimiento ni para elaborar la historia personal.  La terapia exige tiempo, implica incomodidad y confrontación, pero justamente allí radica su potencia. Confiar en sustitutos tecnológicos puede dar la ilusión de control, pero termina reforzando una cultura del desecho: también desechamos nuestra propia experiencia de dolor en vez de atravesarla. La pregunta que deberíamos hacernos no es si ChatGPT puede reemplazar a la terapia, sino qué nos dice de nuestra época el hecho de que queramos reemplazarla. Tal vez la verdadera urgencia no esté en encontrar respuestas rápidas, sino en recuperar la paciencia para escuchar y ser escuchados *Docente Universidad Católica de Pereira

Inteligencia artificial: ni tan nueva, ni tan ajena

Author: Daniel Eduardo Restrepo Sánchez septiembre 19, 2025 La inteligencia artificial (IA) no es una invención de la última década, aunque parezca haber surgido de la noche a la mañana. Desde hace más de medio siglo, los científicos soñaban con máquinas capaces de imitar la inteligencia humana. Lo que cambió fue el impulso que recibió gracias al aumento del poder computacional y a la mejora de los algoritmos, dejando de ser un asunto propio de las películas de ciencia ficción para convertirse en una herramienta cotidiana. Hoy, sin darnos cuenta, usamos IA al buscar una ruta de viaje en el celular, al utilizar filtros en redes sociales o al recibir recomendaciones de series.En Colombia, sin embargo, pareciera que la IA todavía no hace parte de nuestras prioridades laborales. De casi 294.000 ofertas laborales disponibles en la Agencia Pública de Empleo, solo un 0,1% exige conocimientos específicos en esta área. Pero que no nos engañen los números: la influencia de la IA va mucho más allá de los cargos tecnológicos. Profesores, comerciantes,  diseñadores,  financieros… todos empezamos a convivir  con herramientas que hacen más eficiente nuestro trabajo, desde automatizar reportes hasta crear presentaciones con un clic.Como ocurrió con la electricidad o el internet, la IA aumenta la productividad, pero también obliga a un cambio profundo. En el mercado laboral, algunas ocupaciones desaparecerán, otras cambiarán y surgirán nuevos perfiles que antes no existían. No se trata de un reemplazo inmediato ni masivo, sino de un proceso paulatino. La clave está en prepararnos: aprender a convivir con la IA, a sacarle provecho, y a usarla con criterio. Es cierto que estas herramientas no piensan ni crean como un ser humano. Les falta intuición, sensibilidad y contexto. Pero sí pueden ayudarnos a pensar mejor, a ahorrar tiempo y a explorar nuevas ideas. ChatGPT, por ejemplo, es buena para escribir textos, generar ideas o programar; Claude analiza documentos complejos; Perplexity se enfoca en buscar información precisa con fuentes confiables; Gemin combina texto, imágenes y videos para presentaciones; Grok responde con rapidez y precisión. Usadas juntas, estas inteligencias se vuelven verdaderos asistentes digitales. Y hay más: NotebookLM organiza datos de forma interactiva, Leonardo genera arte, Google Studio AI apoya en diseño visual, y Genspark automatiza tareas. Ninguna reemplaza al ser humano, pero todas pueden potenciarlo. El reto está enaprender a usarlas con responsabilidad, especialmente en la educación, donde el rol del docente es clave para guiar el aprendizaje de estas herramientas. La IA no es tan nueva, ni tan lejana. Está aquí, al alcance de todos. La pregunta no es si llegará a nuestras vidas, sino cómo decidimos integrarla. *Docente Universidad Católica de Pereira

La Educación y el sentido de la vida.

Autor:  Jhoana Edilsa Molina Parra septiembre 12, 2025 Todos en algún momento de nuestra existencia nos hemos preguntado por el sentido de nuestras vidas, desde Sócrates, Sartre, Nietzsche, Albert Camus hasta Víctor Frankl; generalmente lo otorgamos a cuestiones externas como el trabajo, la posición económica, una pareja, aspectos materiales, entre otros. Sin embargo, pocas veces tenemos la capacidad de mirar hacia adentro y encontrar el propósito que cada uno anhela poseer en la vida; no es una tarea fácil, de ser así, no existirían tantas personas con depresión ni altos índices de afectaciones en la salud mental, al límite del suicidio, encontrando, por ejemplo, que a febrero de 2025 ya se habían presentado más de 400 casos en Colombia, según el reporte de Medicina Legal.   Este panorama revela un vacío enorme en la formación humana, que prepara a los individuos para afrontar las situaciones límite de la vida; la cual tiene lugar en escenarios de educación como la familia, los grupos sociales y las instituciones educativas, desde primera infancia, hasta los campus universitarios, cuya realidad es que el 55% de los jóvenes acceden a la educación superior es decir, más del 40% de población joven, queda fuera de las oportunidades educativas donde puede fortalecer sus habilidades psico-socio-emocionales, asociadas a la formación académica y profesional, siendo ésta una tarea inherente de la educación formal.   Entiéndase que la etapa de desarrollo entre la adolescencia y la adultez joven se caracteriza por la confusión, el desconocimiento, la búsqueda de identidad, la exploración constante, la necesidad de pertenencia, entre otras. Esto hace vulnerables a los jóvenes que no han contado con un contexto base fortalecido, por lo que se exponen a mayores riesgos de tomar decisiones desacertadas, alejadas del descubrimiento de un sentido de vida propio, coherente con su individualidad, el conocimiento personal y reconocimiento de sus propias habilidades y sus potencialidades.   Para concluir; la reflexión se centra en la posibilidad de reconocer las dimensiones humanas de manera trasversal en los procesos de formación, dado que son aquello que nos compone como individuos, que configura nuestro ser personal, como el ser físico, familiar, socio-cultural, espiritual, ambiental, productivo, político entre otros; estas dimensiones posibilitan un reconocimiento situacional en el mundo que habitamos, por tanto otorgar el propósito de vida a la luz de las dimensiones humanas, corresponde a la forma en la que cada uno de nosotros interpreta desde la propia subjetividad, lo que éstas significan, a partir de las experiencias vitales de cada individuo, de ahí el papel con sentido que debe tener la educación, desde el quehacer de cada maestro, para acompañar a nuestros jóvenes en el descubrimiento de su propio sentido de vida. *Docente Universidad Católica de Pereira.

Los retos de la revolucion 5.0

Autor: Andrés Henao Rosero octubre 9, 2025 Actualmente nos encontramos en la Revolución 4.0, que marcó un hito en la formacomo realizamos las cosas tanto en el ámbito laboral como personal, definidaoficialmente en el 2016 en el Foro Económico Mundial por su director KlausSchwab, la cual no solo cambia la forma en la que hacemos las cosas sino lo quesomos, esto por la integración que tienen los sistemas tecnológicos con lossistemas biológicos y sus diferentes componentes: Fabricación Aditiva (Impresión3d), Sistemas de Integración Horizontales y Verticales, Ciberseguridad, RealidadAumentada, Computación en la Nube, Robots Autónomos, Internet Industrial delas Cosas, Big Data y Análisis, Simulación e Inteligencia Artificial.Cuando hacemos un análisis de cada una de las revoluciones que han acontecido,cada vez el tiempo que pasa entre estas revoluciones es menor, de la primera(Mecanización Energía de Vapor Telar) a la segunda (Producción de Masa Líneade Montaje Energía Eléctrica) 84 años, de la segunda a la tercera (AutomatizaciónComputadoras Electrónicas) 99 años y de la tercera a la cuarta (SistemasCibernéticos, Internet Redes), 47 años, mostrando que la tecnología cada vez vamás rápido pero más difícil su adopción en términos de aprendizajes, cambios demodelos, políticas y leyes.Actualmente estamos en los albores de la revolución 5.0 y no se pasará de estadécada para su oficialización pasando así solo 10 años entre la cuarta y quintarevolución, la cual se define como “las personas como el centro de todo”.Igualmente se define que en la actualidad los profesionales deben contar con lassiguientes habilidades: pensamiento analítico, resolución de problemas,creatividad, liderazgo, inteligencia emocional y habilidades de comunicación.También serán fundamentales la adaptabilidad, la resiliencia, el aprendizajecontinuo y la capacidad de trabajar en equipos multidisciplinarios, todos esto conmuy buenas habilidades digitales.Es así como cada vez toma más fuerza las habilidades blandas, las cuales sefortalecen con las relaciones, con el contacto humano, con los juegos de roles ydemás, que en gran parte se han ido perdiendo con el acceso a las diferentestecnologías, el acceso remoto y las redes sociales que dan voz a las personas sinmostrarse como verdaderamente son en lo físico y personal.Adicionalmente el aprender a utilizar de forma correcta la inteligencia artificial, lacual no es para reemplazarnos, sino para agilizar los procesos que son tareasrepetitivas y hacer que nosotros como humanos tomemos mejores decisiones,pensemos estratégicamente, revisemos los sentimientos, siendo cada vez máshumanos, siendo super humanos con más tiempo para los temas personales. *Docente Universidad Católica de Pereira

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