
La Educación y el sentido de la vida.
Autor: Jhoana Edilsa Molina Parra
- septiembre 12, 2025
Todos en algún momento de nuestra existencia nos hemos preguntado por el sentido de nuestras vidas, desde Sócrates, Sartre, Nietzsche, Albert Camus hasta Víctor Frankl; generalmente lo otorgamos a cuestiones externas como el trabajo, la posición económica, una pareja, aspectos materiales, entre otros. Sin embargo, pocas veces tenemos la capacidad de mirar hacia adentro y encontrar el propósito que cada uno anhela poseer en la vida; no es una tarea fácil, de ser así, no existirían tantas personas con depresión ni altos índices de afectaciones en la salud mental, al límite del suicidio, encontrando, por ejemplo, que a febrero de 2025 ya se habían presentado más de 400 casos en Colombia, según el reporte de Medicina Legal.
Este panorama revela un vacío enorme en la formación humana, que prepara a los individuos para afrontar las situaciones límite de la vida; la cual tiene lugar en escenarios de educación como la familia, los grupos sociales y las instituciones educativas, desde primera infancia, hasta los campus universitarios, cuya realidad es que el 55% de los jóvenes acceden a la educación superior es decir, más del 40% de población joven, queda fuera de las oportunidades educativas donde puede fortalecer sus habilidades psico-socio-emocionales, asociadas a la formación académica y profesional, siendo ésta una tarea inherente de la educación formal.
Entiéndase que la etapa de desarrollo entre la adolescencia y la adultez joven se caracteriza por la confusión, el desconocimiento, la búsqueda de identidad, la exploración constante, la necesidad de pertenencia, entre otras. Esto hace vulnerables a los jóvenes que no han contado con un contexto base fortalecido, por lo que se exponen a mayores riesgos de tomar decisiones desacertadas, alejadas del descubrimiento de un sentido de vida propio, coherente con su individualidad, el conocimiento personal y reconocimiento de sus propias habilidades y sus potencialidades.
Para concluir; la reflexión se centra en la posibilidad de reconocer las dimensiones humanas de manera trasversal en los procesos de formación, dado que son aquello que nos compone como individuos, que configura nuestro ser personal, como el ser físico, familiar, socio-cultural, espiritual, ambiental, productivo, político entre otros; estas dimensiones posibilitan un reconocimiento situacional en el mundo que habitamos, por tanto otorgar el propósito de vida a la luz de las dimensiones humanas, corresponde a la forma en la que cada uno de nosotros interpreta desde la propia subjetividad, lo que éstas significan, a partir de las experiencias vitales de cada individuo, de ahí el papel con sentido que debe tener la educación, desde el quehacer de cada maestro, para acompañar a nuestros jóvenes en el descubrimiento de su propio sentido de vida.
*Docente Universidad Católica de Pereira.

