LA ECONOMÍA DEL UPSIDEDOWN
Autor: Valeria Olaya Serna - Antonini de Jiménez
- agosto 6, 2021
El mundo de hoy se ve enfrentado a la gestión de los recursos económicos desde dos modelos antagónicos. El primero de ellos viene encarnado por la estrategia liberal que entiende la economía como la libre disposición de los agentes para la consecución de sus beneficios. Esta es representada por la primera potencia en PIB del mundo llamada USA. En su contraparte encontramos a China, país que representa el dirigismo político en su expresión más elevada.
Aunque buena parte de la humanidad vive haciendo uso de los criterios del primero ve al segundo con anhelo y confianza. Esto ha sido así, por ejemplo, durante la época de confinamiento donde intelectuales de medio mundo miraban con envidia el sistema policial digital con el que China buscaba arrinconar al virus. Pero no se queda ahí. Atributos como egoísta, asimétrica, regresiva o restrictiva han sido algunos de los calificativos con los que se ha intentado denigrar al sistema económico capitalista occidental. Con especial énfasis a EE. UU. donde a cada rato se le recrimina los padecimientos de las economías irresponsables. Por el contrario, la economía “libremente” dirigida por China presume de un sistema que congrega la unidad, el progreso y elevadas dosis de justicia social.
Sin embargo, la pandemia ha puesto contra la pared la creencia común sostenida, y si el capitalismo norteamericano era denostado por sus altos niveles de desigualdad, pobreza y marginación, vemos ahora como la provisión gratuita de vacunas en su suelo, así como sus generosas donaciones a países en desarrollo ponen en solfa su cruenta imagen.
China, por el contrario, no solo no inocula a aquellos que llegan sin vacuna, sino que a más inri los rechaza a tenor del nacionalismo extremo con el que ha bañado durante estos años sus políticas económicas de desarrollo. Esta forma de ver las cosas nos lleva a entender las nuevas lógicas del mundo desde la perspectiva del upsidedown economy donde las creencias económicas del pasado son subvertidas y desterradas por una realidad que pone el acento sobre la verdadera esencia de la economía de mercado. Un sistema en el que la oferta y la demanda
no solo reconcilian pacíficamente sus intereses, sino que además generan más excedentes que ningún otro modelo, lo que favorece las posibilidades del sano altruismo y el amor propio.
*Estudiante y docente de la Universidad Católica de Pereira