Desafíos de la Construcción Sostenible para Pereira

La
Resolución 0194 de 2025 del Ministerio de Vivienda marca un punto de inflexión
en la construcción al establecer parámetros obligatorios de construcción
sostenible y adoptar guías para el ahorro de agua y energía en edificaciones. Contempla
la obligatoriedad del cumplimiento de metas de ahorro en proyectos VIS y VIP,
garantizando ahorros mínimos en consumo energético entre el 5% y el 20%, y de
agua entre el 15% y el 30%.

Estas cifras
no son menores para una ciudad como Pereira, donde el sector construcción debe
adaptarse a estándares más exigentes, bajo un contexto de proyección relativa
de escasez de agua y la necesidad de compactar su modelo de crecimiento urbano
para la optimización de recursos.

Lo fundamental
es que la directriz reconoce la diversidad climática colombiana, donde una
vivienda en Barranquilla no enfrenta los mismos desafíos energéticos que una en
Bogotá o Pereira. Por eso, las metas de ahorro se ajustan según la zona
climática, permitiendo que cada proyecto aproveche las condiciones naturales de
su contexto ambiental.

Aunque la
normativa habla de la incorporación efectiva de paneles solares, sistemas de
captación de agua y materiales eficientes, su verdadero impacto trasciende lo
técnico; promueve un cambio cultural profundo en cómo concebimos la
edificación. Ya no basta con que una casa proteja del clima; ahora debe
dialogar inteligentemente con él, y que ya no es suficiente que un edificio
cumpla normas básicas de habitabilidad; debe contribuir activamente a la
sostenibilidad de su entorno.

Este cambio se
evidencia en la incorporación de un concepto revolucionario para la
arquitectura y la ciudad: la integración con la biodiversidad local. Como
potencia de la vida y en respuesta directa a los lineamientos de la COP16, la
resolución no solo busca edificios que consuman menos recursos, sino que
respeten y potencien los ecosistemas donde se insertan, entendiendo la
construcción como parte de un sistema natural más amplio.

Esta
transformación implica acciones rápidas en la formación profesional de arquitectos,
planificadores urbanos y constructores, quienes deberán adquirir competencias
entorno a la sostenibilidad como parte esencial de su disciplina. Aquí radica
la relevancia de la formación específica en arquitectura bioclimática y gestión
de construcción sostenible para la planeación de ciudades con bases
regenerativas.

En cada
proyecto que se diseñe bajo estos nuevos parámetros, en cada profesional que se
capacite en construcción sostenible, y en cada familia que descubra que es
posible vivir mejor gastando menos, estamos construyendo no solo edificios más
eficientes, sino una ciudad más consciente de su responsabilidad con las
futuras generaciones.

La pregunta ya no es si Pereira está lista para esta transformación, sino qué tan rápido podremos adaptarnos a un futuro que, claramente, ya llegó.