Aprender a desaprender: menos certeza, más dudas
Autor: Daniel Humberto Ospina Ospina
- enero 24, 2020
Aprender a desaprender es vencer la idea posicionada de que no existen otras formas de hacer las cosas; alcanzar la independencia de conceptos e ideas inculcadas por años que lograron conquistarnos sin pagar peaje a la razón; reconocer que lo que se ha hecho no brindó los resultados esperados y abrir la mente hacia nuevas experiencias. Para desaprender se deben desconocer patrones establecidos, avanzar de la zona de comodidad y reaprender (encaminarse) hacia nuevos paradigmas que exigen un gran esfuerzo. No es un proceso fácil, más aún cuando está limitado físicamente por el cerebro, por la parte intrínseca del individuo y por la parte social del contexto. Aprender a desaprender es luchar contra una resistencia social al cambio.
Esta lucha, desde la perspectiva de Boaventura De Sousa, puede verse como una forma de descolonizar los saberes, de des-pensar para poder pensar. Es resistir a una “monocultura de saber”, esa en la que lo emitido por la ciencia moderna y la alta cultura son criterios únicos de verdad, exclusivos productos de conocimiento. Todo lo que esta monocultura no reconoce, se declara inexistente, asume la forma de ignorancia o de incultura. Basados en las propuestas educativas actuales, el maestro que aprende se regula, quien desaprende se emancipa, aprende de otras alternativas sin olvidar la suya, la propia, una utopía de interconocimiento.
El maestro que intenta desaprender se entera desde su interior de que no es libre. Su miedo a la libertad lo lleva a la adaptación, no se siente capaz de correr el riesgo de asumirla, aunque quiere ser, no puede ser. Inicia una disputa en su dualidad interior: actuar o ser una ilusión, decir la palabra o no tener voz, crear o recrear, desaprender o aprender. Desaprender es un parto doloroso, motiva el nacimiento de un educador nuevo, el que
supera la disyuntiva opresor-oprimidos, el que sabe-el que aprende; emana un aula incluyente en la que la liberación es de todos.
Un docente que se atreve a desaprender, es un profesor esperanzador y liberador, un oasis en el desierto, “un posapocalíptico en el sentido de que no deja dormir la esperanza ni le apuesta a la desesperanza aprendida” (González, 2016). Hay que reconocer que la educación no es una causa perdida, que, aunque algunos docentes crean haberlo aprendido todo y no necesitan pensar en nada, hay otros que en su desaprender se hacen conscientes de que merecen la libertad, se motivan a defenderla, y contario de quien aprende, piensan en todo y en todos, enseñan a dudar y visibilizan los saberes marginados, pagan peaje a la razón y encuentran en la emoción a su mejor aliado.
*Docente Universidad Católica de Pereira