Inteligencia artificial: ni tan nueva, ni tan ajena

Author: Daniel Eduardo Restrepo Sánchez

La inteligencia artificial (IA) no es una invención de la última década, aunque parezca haber surgido de la noche a la mañana. Desde hace más de medio siglo, los científicos soñaban con máquinas capaces de imitar la inteligencia humana. Lo que cambió fue el impulso que recibió gracias al aumento del poder computacional y a la mejora de los algoritmos, dejando de ser un asunto propio de las películas de ciencia ficción para convertirse en una herramienta cotidiana. Hoy, sin darnos cuenta, usamos IA al buscar una ruta de viaje en el celular, al utilizar filtros en redes sociales o al recibir recomendaciones de series.En Colombia, sin embargo, pareciera que la IA todavía no hace parte de nuestras prioridades laborales. De casi 294.000 ofertas laborales disponibles en la Agencia Pública de Empleo, solo un 0,1% exige conocimientos específicos en esta área. Pero que no nos engañen los números: la influencia de la IA va mucho más allá de los cargos tecnológicos. Profesores, comerciantes,  diseñadores,  financieros… todos empezamos a convivir  con herramientas que hacen más eficiente nuestro trabajo, desde automatizar reportes hasta crear presentaciones con un clic.Como ocurrió con la electricidad o el internet, la IA aumenta la productividad, pero también obliga a un cambio profundo. En el mercado laboral, algunas ocupaciones desaparecerán, otras cambiarán y surgirán nuevos perfiles que antes no existían. No se trata de un reemplazo inmediato ni masivo, sino de un proceso paulatino. La clave está en prepararnos: aprender a convivir con la IA, a sacarle provecho, y a usarla con criterio. Es cierto que estas herramientas no piensan ni crean como un ser humano. Les falta intuición, sensibilidad y contexto. Pero sí pueden ayudarnos a pensar mejor, a ahorrar tiempo y a explorar nuevas ideas. ChatGPT, por ejemplo, es buena para escribir textos, generar ideas o programar; Claude analiza documentos complejos; Perplexity se enfoca en buscar información precisa con fuentes confiables; Gemin combina texto, imágenes y videos para presentaciones; Grok responde con rapidez y precisión. Usadas juntas, estas inteligencias se vuelven verdaderos asistentes digitales. Y hay más: NotebookLM organiza datos de forma interactiva, Leonardo genera arte, Google Studio AI apoya en diseño visual, y Genspark automatiza tareas. Ninguna reemplaza al ser humano, pero todas pueden potenciarlo. El reto está en
aprender a usarlas con responsabilidad, especialmente en la educación, donde el rol del docente es clave para guiar el aprendizaje de estas herramientas. La IA no es tan nueva, ni tan lejana. Está aquí, al alcance de todos. La pregunta no es si llegará a nuestras vidas, sino cómo decidimos integrarla.

*Docente Universidad Católica de Pereira

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